@plumaiquiqueña
Describiendo la Plaza Prat, que es el orgullo de Iquique, recordemos que ella fue en un tiempo casi un arrabal. Ha tenido cuatro denominaciones que son: del Reloj nombre que tuvo tal vez por existir el reloj; de Armas, nombre muy común de las plazas principales de nuestros pueblos; Veintiuno de Mayo, y Arturo Prat, su nombre actual.
Los jardines que la rodean fueron trabajados en 1859, siendo alcalde de esta ciudad don Antonio Valdés Cuevas, meses más tarde ministro de Estado y Senador de la Republica. La Inspección de servicios municipales a cargo del honorable caballero señor don Ramón Ramírez, no descuidó jamás su prosperidad, y es por esto, sin duda, que los expresados jardines, rodeados por una reja de fierro bastante alta y sólida llama la atención a los eternos viajeros.
Está construida en una zona patrimonial aglutinante de varias edificaciones catalogadas como monumentos históricos: la Torre del Reloj, el Edificio Sociedad Protectora de Empleados de Tarapacá y el Teatro Municipal, que en conjunto son una de las expresiones urbanas más representativas del periodo salitrero junto al Casino Español y el Club Croata.
Es domingo y estoy abriendo lentamente un ojito, creo que son las 9 de la mañana, miro para al lado y mi hermano, el Toño está profundamente dormido. Me levanto somnolienta y siento un silencio sepulcral en mi casa de mi adorado barrio El Morro.
Sigo mirando todo a mi alrededor y decido preparar el desayuno preferido de mi mamita; juguito de naranja de Pica; tostadas con mantequilla más tecito con cedrón y hierba luisa. Ella más tarde revisa el uniforme por si le falta algún detalle, ¡Mh! ¡Está perfecto! Sostiene. ¡Yaaa! ¡Ven a vestirte que tenemos que estar a las 11:00 de la mañana en la plaza Prat para el desfile! ¡Ya mami! Me lavo los dientes y voy, respondo con apuro.
La profesora jefa, avisó que faltaban 5 minutos para el desfile y había que ordenarse rápidamente. La brigada del Tránsito estaba lista con los himnos aprendidos e impecable para desfilar frente a las autoridades presentes, muy cerca estaba el querido Manolito vestido de carabinero dirigiendo a su propio caudillo.
El sol era abrasador en mi Iquique de antaño. Por ende, le pido a mamá que me compré un heladito para capear el calor y ella responde, hija después del desfile te compro un Nifty o un Estéreo.
Ya nos estamos acercando con mis compañeros al centro de la calle, al frente de las autoridades y con los compases de “Adiós al séptimo de línea y los “Viejos estandartes”. Recibimos aplausos de nuestros padres, profesores y público asistente. Nos tomaron fotos, y nos despedimos hasta el próximo lunes izando el pabellón patrio.
Es abril, se viene semana santa, el día del carabinero y los ensayos del desfile del 21 de Mayo. Volveremos a desfilar sin lugar a duda, por lo pronto sólo quiero disfrutar de un exquisito helado sentada bajo la glorieta, rodeada de grandes palmeras frente a la hermosa pileta.
He terminado mi último bocado y he llegado a la siguiente conclusión. No hay nada más lindo que estar juntos en familia los domingos, ¿por qué? porque el domingo es sinónimo de desfile y celebración en mi adorada Plaza Prat, anclada en bellos jardines; cuyo corazón es la torre del reloj.