@plumaiquiqueña

El alba de un nuevo día inquieta las nuevas sensaciones de un primer aliento cargado de buenos deseos, abrazos por doquier, brindis bajo la luz de la luna y risas contagiosas inevitable de esconder. Una mujer argentina reposa muy cerca mío, queriendo morir con el sol en un rayo fulminante que mate de una sola vez, los desamores y las malas decisiones. Grita, toda vez que un niño o el alarido de un perro traspasa su montaña. Está herida sin lugar a duda y yo prefiero reencantarme con la alegría y la inocencia de los locos bajitos mojando sus piecitos. Esos que se hacen pequeñitos en el film de la memoria, cuando no había patos malos, cuando no había homicidios y un apuñalamiento en las primeras horas de la madrugada.
En la década de los ochenta, mamá y papá estaban bien emperifollados, con ganas de salir a bailar a algún lado. Antes de las doce, cenábamos pavo relleno; papa a la huancaína y arroz blanco. El postre, un clásico durazno con crema.
Marcado el tic tac, el nuevo año comenzaba con la fiesta de los abrazos, los cañonazos del puerto, la sirena de bomberos, la visita a otras casas y la bienvenida de las viejas caras con un vaso de cole mono; ponche o champañita.
Con mi hermano jugábamos a encender estrellitas, pisacuetes, viejas o petardos. «Vamos a salir”, replicaba mamá y papá, iremos a bailar al Casino Agpia, tal cual lo hicimos años atrás en otros espacios como el Ragú, don Sata, Casa del Deportista, club Norteamérica y Casino Español. ¿Por qué les gusta tanto bailar?, pregunto con absoluta simpleza. Sencillo, el origen pampino, la inclemencia del sol, la lucha social, la adversidad y la chusca insolente y ferviente, origina este manifiesto anhelo de refugiarnos en los acordes de una estudiantina, bronce, laka, orquesta o un vinilo de Los New Demons.
Somos lanzados los iquiqueños, tal cual lo hizo el iquiqueño Alfonso Ugarte al lanzarse en su caballo en el morro de Arica. Somos aguerridos tal cual proeza de Arturo Godoy y el Tani Loayza. Somos luchadores como Taberna y Lizardi. Somos alegres como la Zuni, Campanita y Chiricaco. Somos creadores como Elena Caffarena, Advis y Patricio Riveros. Somos valientes como los héroes del 79 y somos humildes como tu abuelito Domingo Torrico.