abril 25, 2025
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19

Oct

¡El azadón a la actual Constitución! (Columna Nelson Mondaca I.)

NELSON MONDACA I.


Nelson Mondaca columna
Nelson C. Mondaca Ijalba nmonijalba@gmail.com

Estamos en presencia del primer año que recuerda el histórico “estallido social” de Octubre del 2019. Una multitudinaria movilización a nivel nacional que coloca en jaque la conducción del actual gobierno. La gente salió de sus hogares, el epicentro fue la misma capital del poder Ejecutivo. Un escenario político jamás visto en toda nuestra trayectoria republicana. La presión popular sobre el presidente Piñera sigue latente, activa y vigilante.

Debo recordar que las páginas de todos los diarios, los noticieros y las radios daban cuenta de la apoteósico sentir ciudadano en función de mejorar sus precarias condiciones de vida.

En pocas palabras, sin rebuscar argumentos, la gente se cansó de la clase política oportunista y aristocrática. Se manifestó con un fuerte repudio a las negociaciones entre los poderosos, amos de un modelo económico masificador de injusticias. Un pueblo bastante hastiado del nepotismo, de la corrupción a destajo y del reinado del lucro sin límites de las corporaciones internacionales, inclusive que manejan a los gobiernos de turnos en la Moneda.

La gran mayoría lo hizo pacíficamente y tengo confianza que los ciudadanos rechazan todas la calamidades que provienen de actos vandálicos y de situaciones de violencia, vengan de donde vengan. Con todo, necesitamos un Estado que proteja la vida, que garantice la libertad y el respeto a los derechos humanos.

Requerimos un nuevo orden institucional, moderno y solidario. Un Estado que garantice de verdad la igualdad de derechos ante la ley y no como ocurre hasta el día de hoy. Un Estado protector del medio ambiente y de los recursos naturales. Enfáticamente, la democracia no puede ser gris, semioscura, entre medias aguas y al libre manejo de los dueños de la riqueza. La verdadera democracia la escribe la ciudadanía. El fundamental principio válido que debe reinar, es la participación del pueblo en su destino Constitucional.

Reitero, la verdadera democracia no tiene dobleces. Sus fundamentos son como las aguas del río; debiera ser cristalina, limpia, altruista, como el color de la nieve blanca, en efecto sin la manipulación del derecho jurídico. La vieja doctrina del “gato pardo”, de la letra muerta y de lo que se “escribe con la mano se borra con el codo”, de las verdades ocultas al tenor de la redacción de una ley suprema.

Son prácticas que van en sentido contrario a los derechos fundamentales de todos/as los chilenos y que la actual Constitución, siendo muy distinta a la del 80, en su esencia perdura con el fin de proteger las estructuras del actual modelo neoliberal. A propósito de la Constitución del 80, al año 1989, se le habían realizado 55 cambios y si la comparamos con la de 1925, en 50 años, a esta se le introdujeron 10 modificaciones. Nuestra actual Constitución es como un “terno o traje” que está lleno de parches. Imposible dar gobernabilidad al país en estas condiciones de crisis permanente ante la controvertida ley suprema imperante.

De paso una confidencia. Siempre que tengo dudas, antes de escribir mis pensamientos recurro a mis viejos amigos, consejeros amantes de la libertad, tolerantes con la diversidad, laboriosos forjadores de una patria más justa, por último, son personas generosas, bien instruidas, de extraordinario nivel cultural, social y humano. Me permiten fijar mis ojos más allá del primer aniversario del “estallido social”. Me hacen reflexionar acerca de tener una mirada de proyección coyuntural de mediano y largo plazo Uno nunca debiera dejar de aprender. Las cuestiones de la inteligencia artificial y de la revolución tecnológica, un mundo moderno, son simples y complejas. Temas diferentes pero en rigor interrelacionados. En el universo nada es igual. Existen grandes diferencias entre una Ley y una Constitución. Ver más específicamente, en el Diccionario Jurídico-Económico de Arturo Yrarrázaval C. Fruto de estos dos conceptos legales y jurídicos, podemos ver como funcionan nuestras principales instituciones públicas y privadas de la república.

El título de la presente columna, no es para equivocarse con hacer una parrillada o un asado con la actual Constitución. Menos en tiempos de la dictadura de la pandemia del Covid-19. Azadón con “z”, es una herramienta de “pala curva más larga que ancha, se emplea para cavar en tierras duras o para cortar raíces”. Entonces, homologando este concepto con la responsabilidad de ir a votar el próximo Domingo 25, por el Apruebo y por la Convención Constitucional, tienen su razón de ser en no tirar por la borda lo bueno, aunque sea poco para unos y para otros, sea casi perfecta. Dejar lo que realmente sirve como abono en la nueva Constitución. Es mi opinión y respeto la de usted.

Soñar con hacer un país mejor para nuestro hijos/as y nietos/as, no es una utopía. Sin embargo, tenemos claro que una nueva Constitución no transforma un país de la noche a la mañana. Debemos asumir que comienza una nueva etapa de la democracia. Trabajando duro y haciendo sacrificios, luchando hasta el último aliento de nuestras vidas, es la única manera de facilitar las cosas, entendiendo que la naturaleza de la nueva Constitución no estará más en el libre mercado desregulado, explicitando normas constitucionales que pongan atajo a la perversa desigualdad social, de frenar la dictadura del centralismo político y territorial, de generar ciudadanos con pensiones de vejez dignas, etc.

Con el “estallido social” Chile despertó de su condición hipnótica. El camino al real desarrollo está en las manos de la gran mayoría nacional. Creo que estamos ante enormes desafíos, asumamos nuestra responsabilidad, compromiso y obligación da dar un paso adelante, con optimismo y fe. Vamos a votar por lo que cada uno cree… ¿Está claro?

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