Eduardo Salinas (Salahí)
Estas esculturas se encuentran en el Museo Regional de Iquique, en homenaje a mi abuelo Manuel Jesús Rozas Castañeda, nacido en el Norte Chico, su padre llegó de España a Argentina y después se radicó en el norte de Chile.
Uno de los recuerdos más potentes de mi niñez se produjo en unas vacaciones de verano, en que visitamos a los abuelos maternos Amelia y Manuel. Ellos vivían en la Oficina Salitrera Iris.
A mí me marcó fuertemente su figura; verlo llegar a diario con su piel curtida, manos fornidas, llenos de durezas, pero de gran ternura, con su indumentaria blanca, pañuelo al cuello, sombrero y calamorros quemados por el sol y el salitre.
Lo que, en mi imaginación, me hacía verlo como un ser extraordinario. Extraordinarios eran los hombres de esa época que se aventuraban a diario en la calichera para obtener de ella su tesoro. Soportaban un gran frío en la madrugada y un tremendo calor a mediodía, realizando una labor muy dura.
Por eso, yo que, por mi actividad, he plasmado diferentes seres y razas, tenía un compromiso pendiente; evocar la figura de Manuel Rozas, mi abuelo, el pampino que murió, mientras se efectuaban una de las tantas huelgas que los trabajadores del salitre sostuvieron para lograr algunas reivindicaciones sociales y económicas.
Hoy en pleno siglo 21, estos parajes nortinos, con sus oficinas salitreras, su gente y su cultura, concitan la atención, admiración y reconocimiento de la comunidad nacional e internacional.
Por eso, deseo rendir un homenaje a través de estas esculturas, a todos los trabajadores que laboraron arduamente en la pampa salitrera y que junto a sus familias vivieron una gesta inolvidable, que hoy constituye un ejemplo para el país.