abril 18, 2024
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26

Mar

Fresco | @plumaiquiqueña

@plumaiquiqueña


Mamá sigue cantando las letras de «Dancing Queen» de Abba, yo tarareo «Celos» de Daniela Romo, donde comentan en la radio Mundial que pololea con Miguel Bosé. A mí me gusta más Luis Miguel y estoy de lo más enamorada porque me faltan pocas monitas para completar el álbum “Fiebre de Amor”.

¡Oh! Se fue el verano y el tata dice que está fresco Iquique, se coloca un paletó, va a ir a comprar el diario en el kiosko de don Manuel González y conversar con sus amigos radicales; masones y bomberos en la Plaza Condell.

La playa Cavancha se muestra desolada sin salvavidas en los Pioneer, sin vendedores y veraneantes que digan… ¡la de atrás! o juguemos a hacernos un Superman en el pecho. El éxodo iquiqueño se vino a las calles del centro, con vehículos que aumentan cada año gracias a la Zofri.

En calle Baquedano con Tarapacá, el paradero está atiborrado de chiquillos del liceo con el vestón o la chaleca pingüino. Yo también la uso, lo compraron en La Ligua mientras mamá se gastaba las últimas chauchas en mercadería para venderla puerta a puerta. La situación económica está difícil en los ochenta, se rumorea que muchos papás de mis amiguitos han quedado cesantes. Mi papá no es la excepción, por eso maneja un colectivo pony en el trascurso del día. Por las tardes me pasa a buscar a la escuela Adventista, lo encuentro genial. “¡Abróchate el chaleco!” Me reitera siempre porque entró el fresco.

Se acabaron las vacaciones con el entierro del Rey Momo, ya estoy contando los días para semana santa con un calendario de «Las Dos Estrellas» colgado en la cocina.

El domingo después de almuerzo iremos al paseo Balmaceda, ex Camino , a subirnos a los juegos, siempre y cuando no esté tan fresco y no baje la camanchaca a la línea del tren. ¡Qué importa! La abuela se pondrá una chalina, el tata un paletó; papá, un vestón; mamá, una chaleca y mi hermano un polerón.

Igual jugaremos en la casa de Tarzán, dónde cantó Andy Gibb, usaremos los columpios de neumáticos para volar muy alto, quizás a papá le queden algunas monedas para comprar una máscara de plástico o una pelotita. Que felicidad, desde los juegos se pueden ver los cerros morenos y el Dragón dormido cuidando a mi puerto querido.

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