@plumaiquiqueña

Para muchos esta constelación de juegos era el escape perfecto después del liceo o el colegio. De preferencia, varones como decía mi abuelita, no faltaban las señoritas avezadas que daban vuelta el juego y se convertían en las nuevas súper héroes o grossas del puerto heroico.
Una época de cambios estructurales en el glorioso, atrás había quedado la miseria y el abandono; las banderas negras y la contaminación de la playa El Colorado. Iquique, ciudad para querer con la instalación de las pesqueras y la Zofri, respiraba a bonanza, a progreso. A los barrios emblemáticos como El Colorado, San Carlos, El Matadero, La Puntilla y El Morro, la miserable caleta de mil habitantes que alguna vez describió Charles Darwin se extendía al sur, llegando a los pies del dragón (Villa Magisterio, Playa Brava, la Puchuldiza, Las Dunas y la Gómez Carreño).
La contaminada playa El Colorado fue remplazada por la mansa Cavancha que hoy por hoy quiere ser invadida por el lumpen, pero eso es harina de otro costal. Volvamos a los ochenta, a los Free Concert de La Casa del Deportista, la ropa en tres cuotas precio contado de Tiendas Arthur’s, la esquina de La Confianza, el supermercado Rossi atendido por su propio dueño, el salón Chantilly y la voz inigualable reflotando por calle Tarapacá; vendiendo cuchufli barquillo.
Sin embargo, más abajo, con vista a las palmeras con dátiles y la Plaza Prat, cerca del Galaxia, calle Tarapacá con Patricio Lynch, dónde hoy está Hites, se paraba un señor con un carrito que echaba humo, él tostaba maní. La moneda de cien pesos de la colación, del pasaje en micro o de la mesada de la semana, los cabros se la gastaban en fichas en el Galaxia, las cuales estaban cubiertas de ceniza porque el vendedor de fichas fumaba todo el día.
Cuenta la leyenda urbana que tuvieron que prohibir el ingreso de estudiantes en horario de clases, pero no fue limitante para que estuviera atiborrado de los lolos de la época. El Galaxia tenía dos entradas, al fondo un mural con imágenes de la serie de moda, Robotech. Imposible no recordar las naves zentraedi volando en la pared. Así como los clásicos juegos de entretención. Estaban el Pac- Man, Declatón, Simulador de auto, Kung Fu Master, Ice Climber, Sunset Riders, Street Fighter, Double Dragón, Mortal Kombat, Snow Bross, X- Men, Out Run, Pole Position, Rally X, 1942, Captain America and The Avengers y el Ghosts’n Globins (un caballero de la Edad Media que mataba monstruos y sí los tocaba, se le salía a él la armadura).
Pasábamos horas pegados a un juego tratando pasar las etapas, se armaba el tole tole porque no faltaba el que se agarraba a combo, porque literalmente había perdido y le decían, «Tay Picado». Después de la última ficha, muchos a la salida debían retomar el regreso a casa en la micro, con el clásico “Me Lleva» porque se habían gastado la última moneda. Otros como el Vladi y Rodrigo iban con su abuelita Laura al Papy Bubu, a seguir jugando en un flipper y después a servirse un completo con una gaseosa, la abuelita a ojos cerrados se compraba una chusmiza papaya.
Yo prefería ir a comprar un helado a Petete, escuchando los quince minutos de radio La Tirana en mi personal estéreo Aiwa autoreverse y revisar si me había salido vale otro para comer otro helado más rico.
Agradecimientos a Vladimir Ramos Silva.
(El Lobo al aire)