Sus trabajos se cotizan entre Santiago e Iquique y pretende crear consciencia en cada uno de ellos.
La historia de estos dos últimos años en Chile, desde la evasión de los estudiantes en el metro, el ruido de las cacerolas, el canto de Lastesis, la aprobación de una asamblea constituyente y hasta las demandas indígenas, son los ingredientes que ha tenido Isabela Fuentes para retratar en su feed de Instagram, todos los procesos por los que ha atravesado el territorio nacional en la contemporaneidad.
Cada una de sus ilustraciones son una apuesta por el mundo digital y la ventana que ha tenido para dedicarse al arte, ya que de profesión es arquitecta, pero su vínculo con esta área comenzó desde los tres años, cuando pintaba junto a su padre en medio de acuarelas, pinceles y témperas.
“Yo siempre he estado interesada en los procesos políticos y creo que es un universo que va todo de la mano, como el veganismo, el feminismo, los derechos de las personas, la justicia social y por primera vez, el año pasado quise traspasar eso a mis ilustraciones, porque antes era todo lo que pensaba y lo que hacía como arquitecta, pero no lo había traspasado al arte. Entonces cuando fue el Estallido Social y la revolución chilena, a mí realmente me remeció completamente el corazón, el alma, la mente, el pensamiento y de alguna forma quise empezar a comunicar lo que estaba pasando”, explicó.
Multitasking
Tras una decisión de sus padres (ambos arquitectos) por emigrar de la capital y dedicarle más tiempo a la familia, optaron por volver a la tierra donde había vivido el abuelo paterno de Isabela. Es así como llegó a Iquique a los nueve años de edad y entre sus recuerdos de infancia están los paseos por la playa después del colegio.
Como arquitecta se dedica a generar obras tanto privadas como públicas, aunque confesó que su gusto por los espacios públicos, es algo que pretende explotar en un futuro con proyectos que aún esperan ser aprobados, pero que hermosearían los rincones de la comuna de Pica.
La tinta y crear en el cuerpo humano, también habían sido uno de sus intereses, hasta que hace un par de años se compró una máquina para comenzar a tatuar y desde allí han salido diseños minimalistas, otros más grandes y por lo general, llenos de color.
“Ahora me estoy dedicando a hacer un pequeño libro, pero hecho a mano saliéndome de esto tan digital, sobre todo porque como te digo, esto va de la mano, entonces habla del autocuidado, el feminismo, la sororidad, la ecología. Cómo uno puede partir pensando ‘en realidad hay mucho plástico cuando voy al supermercado’, entonces cambias todo tu estilo de vida y luego viene el compost, entonces es toda una red de cosas que uno comienza a cambiar en su vida, para tratar de ser más justa con el mundo y con una misma”, explicó.
Pandemia
La llegada del coronavirus la dejó sin muchas ofertas de trabajo ligadas al arte, pero su otra faceta proyectando y diseñando construcciones a escala real, le han dado la estabilidad necesaria para sobrellevar estos nuevos tiempos.
En tanto en Iquique, sus trabajos han dejado algunas huellas, como los murales que recientemente hizo en La Urraca Coffee Veggie y en el Colectivo 502, que retratan el medio ambiente y la fotografía, respectivamente.
Pintar conceptualmente murallas, ha sido un descubrimiento que espera seguir realizando y siente admiración por quienes desarrollan este trabajo, como el estudio de mujeres Buena Mano.
“Para mí ellas son como las muralistas bacanes de Iquique y obvio deben haber muchas personas más que hacen murales, pero yo las destaco mucho porque de verdad me gusta mucho su trabajo”, expresó.
La mayoría de sus creaciones son cotizadas por clientes de Santiago y por eso estuvo viviendo algunos años en la capital, sin embargo, el 2019 regresó a Iquique por amor y en este tiempo ha generado la pretensión de volver a ver a los artistas y sus trabajos, así como también el apoyo de la ciudadanía por el arte local.