Cuando llegue la medianoche del próximo martes 30, los 400 relojes atómicos del mundo marcarán una fracción más. Después de indicar las 23 horas 59 minutos y 59 segundos habituales, mostrarán 23:59:60 antes de que el reloj vuelva a ceros.
La medida, llamada técnicamente segundo intercalar, es un ajuste para coordinar el tiempo con la rotación de la Tierra. Nuestro planeta cada vez ha ido girando más lentamente sobre su eje, lo que ha hecho que el día solar se alargue 1,7 milisegundos por siglo.
Por eso, desde que en 1969 la IERS adoptó como estándar el UTC (Tiempo Universal Coordinado) en vez del GMT (Tiempo Medio de Greenwich), ha aplicado este mecanismo de forma paulatina. Hoy, en total, se han añadido 26 segundos. Siempre se agregan el último día de junio o el 31 de diciembre. La última vez que se añadió fue el 30 de junio de 2012.
Y aunque generalmente con la medida no se presentan inconvenientes, en ciertas ocasiones ha habido serios problemas. La última vez ocurrió lo que algunos llamaron “cataclismo digital”. Varias páginas web tuvieron que interrumpir sus servicios. Entre ellas Mozilla, Linkedin y Google (en 2005 algunos de sus sistemas dejaron de aceptar nuevos comandos) y ciertas aerolíneas. El caso más recordado fue el de la australiana Qantas, cuyo sistema colapsó varias horas.
De hecho, varios los países se oponen a esta medida. EE.UU., Alemania, Francia, Italia, Japón y Rusia han protestado porque según ellos se puede alterar la precisión de los sistemas de navegación o el sistema financiero global. Otros, como Inglaterra, la apoyan porque dicen que es la única manera de mantener un vínculo entre la medición del tiempo y el ciclo natural del sol.
Fuente El Espectador