Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl/Académico, Escritor e Investigador (PUC-UACh)
“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías de la vida, mientras esperan por la gran felicidad… que nunca llega” (Pearl S. Buck, escritora norteamericana y Premio Nobel de Literatura).
Hoy en día, andar por la vida risueño y con una sonrisa en la cara, parece ser casi una rareza y una utopía, especialmente, si se compara esta actitud de felicidad interna con el alto número de personas que presentan en sus rostros un rictus de amargura, molestia, rabia o frustración, pero nunca una sonrisa.
Pareciera, entonces, que los momentos de felicidad y de alegría se “escabullen” y se pierden, como consecuencia directa de las extensas jornadas de trabajo, las infaltables obligaciones familiares, las deudas y las cuentas que no paran de llegar. Pareciera también, que la vida no espera y que está en constante fuga, por cuanto, cada día que pasa, nos vamos apagando un poco más.
Sin embargo, aún bajo las mismas circunstancias, nos encontramos con aquellas personas que no obstante los problemas, las caídas, las dificultades y los reveses que enfrentan, logran superar estas vallas y demuestran tener una existencia feliz y, en muchos casos, envidiable. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo lo logran?
Es lo que la psicoterapeuta norteamericana Mira Kirschenbaum, Directora del Instituto Chestnut Hill, en Boston, EE.UU., intentó resolver, consultando a miles de personas de todo tipo y clase social. Sus investigaciones le mostraron que la clave para esta “condición de felicidad” radicaba en que la energía vital de las personas felices no era de tipo física, sino que de tipo emocional, es decir, era “una viveza de la mente y del espíritu que conectaba a las personas con el goce de la vida”, un hecho clave que la condujo a escribir el libro “El factor de la Energía Emocional”, donde expone algunos de los “secretos” que les permitirían a las personas alcanzar la felicidad cotidiana. No está de más señalar, que algunos de los elementos detectados por Kirschenbaum son parte esencial del Budismo, una doctrina filosófica y espiritual que se originó en la India, entre los siglos VI y IV a. C.
Revisemos, entonces, algunos de los secretos que nos revela esta psicoterapeuta:
El sentido y propósito de la vida. Uno de los factores cruciales para lograr esa felicidad que todos buscamos, es recuperar el sentido de la vida, recobrar el propósito esencial por el cual nos movemos, vivimos y trabajamos. Lo anterior, significa identificar cuáles son las cosas que realmente nos importan y descubrir qué es lo que la persona puede hacer para que estos propósitos se transformen en los motores y objetivos de vida. Ahora bien, estas reflexiones surgen, generalmente, cuando pasamos por algún tipo de crisis: económica, de pareja, de salud, crisis profesional, etc. Sin embargo, la recomendación es: no esperar a que llegue la crisis, sino que ser proactivo y anticiparse a hechos o situaciones límites.
Dar… para recibir. La energía emocional tiene una característica muy especial: mientras uno más da y entrega a los demás, más beneficios recibe de vuelta. Es por ello, que resulta importante aprender a sonreír a la gente que nos rodea, preocuparse genuinamente por ellas y ayudarlas en forma real y concreta, en lugar de convertirse en uno de esos sujetos que van amargados por la vida, con “cara de pescado” o con “cara de Bulldog”. O los llamados “vampiros emocionales”, es decir, aquellos sujetos que hacen todo lo contrario: alimentarse de la energía vital de los demás. En este sentido, si uno no le sonríe a las personas que quiere y ama, si no es la primera cosa que uno hace en la mañana, entonces estará quitando energía emocional a uno mismo, a la pareja y a nuestros verdaderos amigos.
Buscar la zona de diversión. La vida pareciera que está diseñada para agotar nuestras energías, ya que a la mayoría de nosotros nos toca trabajar duro, tenemos obligaciones y compromisos que cumplir, y las crisis, tal como se señaló más arriba, nunca faltan. Sin embargo, la acción clave de las personas que logran superar de manera exitosa las dificultades y problemas, es mirar la vida con algo de optimismo, de diversión y capacidad de goce, por cuanto, no obstante que la gente feliz atraviesa por los mismos conflictos, dificultades y problemas que las personas “normales”, ellas siempre se las ingenian para disfrutar el momento, para extraer enseñanzas positivas de aquellas situaciones poco afortunadas, para mirar la vida con optimismo. La cortapisa radicaría en que la mayoría de los adultos está como en un punto neutro, con una postura pesimista y privada de diversión, y eso afectaría la presencia de energía emocional.
El poder de las decisiones. ¿Cuánto nos demoramos cada uno de nosotros en tomar una decisión? Pues bien, de la respuesta que demos a esta pregunta, dependerá lo asertivo que uno puede ser con su energía emocional, ya que posponer una decisión y mantenerla “suspendida” en el aire, dando muchas vueltas en la cabeza, roba y quita mucha fuerza y energía, sin que nos demos cuenta. La gente que carece de energía emocional muestra una tendencia a estancarse y quedarse pegada en las dificultades. Estas personas dudan y vacilan durante toda su vida y, lo que es peor, no se la juegan por sus opciones, por sus propósitos y objetivos de vida. Por el contrario, aquellos sujetos que gozan de una alta energía, simplemente evitan la ambivalencia, toman en el momento la mejor decisión posible –una que los haga felices–, sin mirar atrás y sin vacilar.
Reforzar la pasión que moviliza. Está claro que mantenerse apasionado en la vida no resulta para nada fácil, pero esta pasión representa un requisito sine qua non para disponer de energía emocional. Dicha pasión dependerá, naturalmente, de cuán bien me sienta yo con una determinada actividad: practicar algún deporte, tener un hobby que me entretenga y me haga feliz, mantener alguna colección (de recetas de cocina, de monedas, estampillas, música), jardinear, practicar Tai-chi, salir a bailar, etc. Lo relevante, es hacer algo que apasione a la persona y que lo mantenga feliz, donde dicha persona pueda ejercer con libertad y plenitud el derecho que tiene al ocio.
Practicar lo genuinamente nuevo. Un motivo frecuente de consulta, es, justamente, la desmotivación, aburrimiento y angustia que experimentan las personas por la vida insulsa que llevan. La pregunta obligatoria en estos casos es: ¿qué está sucediendo con mi estilo de vida que no me satisface y que no me da alegría? ¿Qué puedo hacer para cambiar esta dolorosa realidad? La respuesta que entrega la psicoterapeuta es muy clara: “Haga algo que usted habitualmente no hace, puesto que en lo genuinamente nuevo está la energía emocional que usted necesita”. Estos cambios –grandes y pequeños– ayudan en el día a día: vaya a un restaurant al que nunca ha ido, pruebe un tipo diferente de comida, escuche música que nunca ha escuchado, atrévase con un estilo distinto de vestir, visite lugares nuevos, etc.
Dejar atrás las culpas y el arrepentimiento. Si hay algo que no se puede rebatir, es que la culpa “embalsama” y “ahoga” a las personas, impidiéndoles avanzar en su crecimiento personal, lo cual, a su vez, drena la energía emocional y la felicidad cotidiana. En ocasiones, pareciera que la culpa se instala como motivo o “centro de la vida”, provocando mucho daño y dolor. El pasado de cada uno de nosotros está plagado de arrepentimientos, de errores y de oportunidades perdidas, una realidad que continúa causando tristeza y dolor en las personas. El problema, es que –desde la mirada de la energía emocional y de la felicidad cotidiana que las personas desean alcanzar–, este lastre es el equivalente a un gigantesco peso muerto que limita mucho la capacidad de las personas de salir adelante.
Una fórmula a la cual se acude como una manera de sacudirse las culpas y arrepentimientos del pasado, es mirarse valientemente en el espejo, y repetir en voz alta, con regularidad: “Mantener en la memoria momentos de sufrimiento y culpa, sólo dañará tu presente: perdónate”. Esta frase, dicha con fuerza y convencimiento, les permite a las personas que han decidido dar un fuerte golpe de timón a su vida poco satisfactoria, enfocar de manera sana su nueva actitud y postura ante la vida, y comenzar a trabajar de manera exitosa su presente y su futuro en la búsqueda de su felicidad cotidiana.