En un partido que comenzó con más lucha que fútbol, de pronto con el primer gol hizo que el encuentro girara en 180°.
Pasada la primera media hora, la final entre Boca y River se jugaba a pelotazos largos, con un cuadro “gallina” que dominaba por las bandas, pero sin profundizar en ataque.
Hasta que a los 34’ Ramón Ávila, con más fuerza que técnica, batió en doble instancia la resistencia del portero de River. Pero no había pasado ni un minuto para que el ex UC, Lucas Pratto, empatara con tiro cruzado. Ahí el partido cambió, y se fueron golpe a golpe, verso a verso. Y cuando se iba el primer tiempo, apareció Darío Bennedeto, quien había entrado 15 minutos antes por un lesionado Pavón.
En el segundo lapso todo comenzó igual. El local mantenía la pelota en su poder, y River no podía mantener la misma presión del primer tiempo. Hasta que a los 16’ del segundo lapso, el central boquense Izquierdoz, la mete en su propio arco después de un centro largo sobre el área xeneise.
Juego eléctrico. De ida y vuelta. Frenético. Una igualdad que deja abierta la final. Un 2-2 que mostró las virtudes y las debilidades propias y ajenas. Un empate que se definirá en dos semanas más en el Monumental de Nuñez.
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