@plumaiquiqueña
¿Qué iquiqueño podría olvidar el Iquique de antaño? ¿Qué iquiqueño podría olvidar a los famosos y maravillosos personajes que nos hacían más agradable la vida?
En una época de sesenta mil amigos, con techos de conchuela, calles de tierra, sin autos, clubes de barrio, la Banda del Litro, la música de Los Bingos, la Lambretta, el aeropuerto en la playa, el Nacio, el Coliche, el Muni, la puerta con pita, la siesta, el lonche, la lechería, el Matadero, la Plaza del salitre, la Plaza Brasil, el despacho, los goles en Iquitados y el Longino.
Época de personajes con diferentes trastornos y carencias, así como aquellos, producto de una vida de sacrificio y esfuerzo. Estas personas sobresalen del resto, porque generan en la ciudadanía; admiración; cariño; simpatía y protección.
Se acuerdan del «Parchi Parchi», vendedor de limones, cuyo traje estaba confeccionado con puros parches. «El Chiricaco» y su burro, al cual le colocaba pantalones y un sombrero, trabajaba de fletero y era muy conocido por el Mercado Centenario. Su hermano adoptó el nombre con el tiempo y actualmente es suplementero.
«El Pate Cuete», quién no recuerda su inconfundible vestón plomo, gorro de lana y planta del pie que él azotaba contra el cemento, simulando el sonido de un petardo.
«El Chicote», se paseaba por la plaza y en una oportunidad lo velaron dentro de un cajón, en cuyo interior había una chuica de vino que le llegaba a la boca con una manguera. Luego resucitó en plena plaza al ritmo de una cumbia.
«El Agüita», otro clásico que ingresaba a los cines y el público asistente lo molestaba hasta sacarlo de sus casillas, respondiendo él: «no agarro…».
«El Chilenito», repartía viandas en las inmediaciones del Mercado, subía a la cocinería y bajaba las escaleras con una prontitud envidiable. Fue el primer Delivery a mediados de los sesenta. «La Vieja de los gatos», se colocaba un abrigo y en los bolsillos introducía a sus gatos. La historia cuenta que fue una profesora y algo sucedió con su mente, al descubrir a su esposo engañándola con otra mujer.
Desde lejos se escuchaba la voz ronca de Ricardo Gallardo, más conocido como » Rico Rico», con el «pan de leche lunaa», el cual disfrutaban grandes y chicos. A eso se adicionaba la travesura propia del iquiqueño ¿qué te pasó en Victoria ? A lo que él respondía, pregúntale a tu hermana. Suman también a la memoria colectiva, «El Conchuela», «Guari Guari», » El Pajita «, Che Carlos «, » Cayo Cayo» y el tremendo «Cabecita de Buque «.
Antes de la llegada de las pesqueras, el puerto olía a jazmín, a buganvilias, pero el olor a dólares se impuso y con ello el crecimiento a pasos agigantados de la ciudad para querer, generando el triste barricidio. Viejos y niños ya no desfilan libres por las calles, y cada vez menos estos queridos personajes intrépidos.
Sin embargo, algo ocurre en pleno centro, se detiene la vida citadina, «Manolito» paraba el tránsito para que niños y demás personas pudieran cruzar de esquina a esquina. El Mercado era el centro neurálgico de todas estas leyendas urbanas y «Rubén» con una voz poderosa vociferaba a los cuatro vientos su odiosidad a las mujeres.
Hoy en pleno siglo 21 del año 2021, surge del Iquique cosmopolita, blindado de elefantes blancos, «El bailarín del pueblo», un ejemplo de fortaleza, que se gana la vida con lo que más le gusta hacer y quienes lo hemos visto sabemos que suda la gota gorda por ganarse el dinero honradamente.
«El alma de mi pueblo es una risa, un carrusel que no conoce prisa, el alma de mi pueblo es un corazón florido». (Rolando Alarcón)