DR. FRANCO LOTITO C.*
De acuerdo con informaciones suministradas por la Subsecretaría de Telecomunicaciones y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el número de celulares contabilizados en Chile en el año 2015 llegó a la extraordinaria cifra de 26.288.275 móviles. Millones de ellos de última generación.
El equipamiento de televisores por hogar, así como de otras tecnologías de pantalla, se incrementó de manera significativa –incluso en los estratos sociales más bajos–, registrándose un aumento en el número de televisores por hogar, con un promedio de 2,7 aparatos por hogar, en tanto que el acceso a programas de televisión pagada superó el 70%, comparado con el 43% que se registraba en el año 2008.
Sólo en términos del número de horas que las personas pasan sentadas frente al televisor, una de las encuestas realizadas arrojó una cifra altamente llamativa (y también preocupante): los chilenos pasaríamos, en promedio, casi cuatro horas diarias sentados frente al televisor. Si esto lo calculamos considerando un año calendario, significa que pasaremos un total de entre 60 y 70 días continuos únicamente frente a las pantallas de TV.
En hogares con niños menores de 13 años, más de un 50% señaló que sus hijos veían contenidos audiovisuales en su Computador o Notebook, en tanto que alrededor de un 45% lo hacían en su teléfono celular, cifra que se explica, si consideramos que en hogares con menores de 17 años casi el 60% de estos jóvenes es dueño de un celular.
Si proyectamos estas cifras para el año 2017, muy pronto advertiremos que durante este año los chilenos pasaremos entre cuatro y cinco de los doce meses del año enchufados a la TV consumiendo programas de televisión, navegando por internet, jugando videojuegos en el computador, hablando y mandando mensajes por celular, viendo películas, mirando videos de YouTube, revisando y escribiendo en Facebook o escuchando música desde nuestros equipos móviles.
[quote]El equipamiento de televisores por hogar, así como de otras tecnologías de pantalla, se incrementó de manera significativa –incluso en los estratos sociales más bajos–, registrándose un aumento en el número de televisores por hogar, con un promedio de 2,7 aparatos por hogar, en tanto que el acceso a programas de televisión pagada superó el 70%, comparado con el 43% que se registraba en el año 2008.[/quote]
En este sentido, Internet se perfila como una herramienta que se torna cada vez más importante como un medio para obtener información y servicios.
Uno se podría preguntar si lo anterior constituye o representa algún problema. La respuesta, lamentablemente, es un rotundo ¡SÍ! Las razones son múltiples y variadas.
1. Un informe del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) consigna que el avance de la obesidad en Chile, simplemente, no se detiene: este análisis entregado en agosto del año 2016 señala, que de no mediar algún cambio radical en los hábitos y costumbres de las familias chilenas, el 70% de los niños podría, próximamente, llegar a ser obeso. Chile ocupa actualmente el 6º lugar a nivel mundial en obesidad infantil y ocupamos nada menos que el primer lugar a nivel de América Latina. Alrededor del 23% de los menores en pre kínder son obesos, el 24% de los niños de kínder y más del 25% de los menores en primero básico son obesos. De acuerdo con datos del Ministerio de Salud casi nueve millones de chilenos alcanzan la categoría de “obesos”, en tanto que más del 70% de la población tiene sobrepeso.
2. La comida rápida (o comida chatarra) se ha convertido prácticamente en un vicio en nuestro país y no existe cadena de comida rápida norteamericana que no tenga cientos de locales repartidos por todo Chile, locales que, naturalmente, se suman a las cadenas nacionales de comida rápida, con su gran especialidad: los hot dogs en todas sus formas, gustos, aromas y variedades.
3. El sedentarismo se ha vuelto una suerte de “norma” en la población chilena –tanto de las personas adultas como así también de niños y jóvenes–, en virtud de la hiperconectividad a la cual nos estamos acostumbrando, así como el excesivo tiempo que pasamos frente al televisor. De acuerdo con los datos que arrojó la “Encuesta Nacional de Hábitos de Actividad Física y Deportes 2015” el 80,1% de la población se declara como sedentaria, entendiéndose el sedentarismo como “la realización de menos de 30 minutos de ejercicio físico de moderada intensidad, mínimo tres veces por semana”.
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Uno se podría preguntar si lo anterior constituye o representa algún problema. La respuesta, lamentablemente, es un rotundo ¡SÍ! Las razones son múltiples y variadas.[/quote]
4. Este notable sedentarismo ha dado paso a la aparición de una serie de enfermedades con carácter de catastróficas, tales como: (a) hipertensión arterial: una de cada cuatro chilenos sufre de esta enfermedad, pero más de la mitad de ellos desconocen que están enfermos, (b) diabetes: un estudio de la Federación Internacional de Diabetes (FID) detectó que en Chile la cifra de gente con diabetes más que se duplicó en los últimos 10 años, y hasta el año 2014, el 11,9% de los chilenos padecía de diabetes, es decir, más de dos millones de chilenos son diabéticos. En Latinoamérica, sólo México nos supera en porcentaje de gente enferma de diabetes, con un 12,8%, (c) incremento de los accidentes cardio y cerebrovasculares: los accidentes cardio vasculares son la principal causa de muerte en el mundo y en Chile representaron alrededor del 30% de todas las muertes. En nuestro país muere una persona cada hora por infarto al corazón, (d) los índices de gente que se enferma de cáncer se dispararon en Chile y las proyecciones de gente que se enfermará y morirá de cáncer en nuestro país aumentaron de manera alarmante, al punto que se señala que el cáncer en algunas regiones de nuestro país –caso de la Décima Región– ha pasado a ocupar el primer lugar como causa de muerte, (e) los índices de sobrepeso y obesidad, tal como se señaló más arriba, no cesan de aumentar, con consecuencias que serán nefastas para la salud de no cambiar muy pronto el rumbo que enfila la población chilena.
5. La tendencia que muestra la población chilena al consumo –y sobreconsumo– se ha traducido en una mayor causa de generación de basura y ya estaríamos muy pronto a alcanzar un promedio de dos kilos diarios de basura por persona, con lo cual, estaríamos compitiendo en este rubro con países como Estados Unidos y México, lo cual, directa e indirectamente, implica un alto nivel de contaminación ambiental. Este alto nivel de consumo no implica, necesariamente, un mayor índice de felicidad, por cuanto, de acuerdo con un estudio del Ministerio de Salud el 17% de la población sufre de algún tipo de depresión o trastornos del ánimo. Una situación similar se presenta con la ingesta alcohólica: nuestro país ocupa el primer lugar a nivel latinoamericano –tanto en hombres como mujeres– en consumo de alcohol, lo que en cifras se refleja en la ingesta de 9,65 litros en promedio de alcohol puro por persona entre los mayores de 15 años (13,8 litros los varones y 5,5 litros de alcohol puro las mujeres).
Como se podrá advertir, la radiografía de los chilenos que se acaba de hacer no es lo que una persona quisiera para su propio país. Las prioridades e intereses parecen estar trastocados y si hace 30 o 40 años atrás los ciudadanos chilenos decían que su objetivo principal era desarrollar una filosofía de vida que fuera sólida y coherente, y que estuviera basada en ciertos principios y valores, hoy en día, al hacer la misma pregunta, la respuesta resulta ser un tanto desconcertante, puesto que más de dos tercios de la población asegura que su prioridad es alcanzar, en la medida de lo posible, una buena situación financiera, en ocasiones, sin que importe mucho el cómo.
A lo anterior, se suma otra realidad cada vez más notoria: el surgimiento de una nueva generación de jóvenes que ha pasado a llamarse la generación de los “NINIS”: ni estudian, ni trabajan, y prefieren quedarse cómodamente en sus hogares de origen, viviendo a costa de sus padres.
Señalemos, finalmente, que ante nosotros tenemos un gran desafío como país, como sociedad y como personas individuales. Cuanto antes comencemos a llevar a cabo los necesarios cambios y transformaciones, tanto mejor serán las perspectivas para las futuras generaciones. Sin embargo, si el gobierno, las autoridades responsables y la propia ciudadanía insisten en retrasar dichos cambios, corremos el serio riesgo, de que entonces ya será demasiado tarde.
Dr. Franco Lotito C.
VAMZ tiene toda la razón en los comentarios que hace, especialmente cuando habla de las «plagas» del siglo XXI. Por cierto que son verdaderas plagas que han terminado por enfermar a cientos de millones de personas que muchas veces corresponde a enfermedades que terminan pagando con sus vidas.
Es de esperar que algunas personas recapaciten y logren enmendar el curso de sus vidas.
Muchas gracias VAMZ.
VAMZ
Los males del siglo XXI están respaldados con cifras estadísticas que aportan los organismos e instituciones responsables.
No tengo la menor duda que entre las plagas del siglo XXI están: la mala alimentación, la comida chatarra, los malos hábitos alimenticios, la falta de ejercicios, que traen como consecuencias contraer enfermedades que afectan directamente a nuestro organismo.
Existen otras plagas que afectan a nuestra salud mental, tales como: el mirar TV en exceso, estar alienado con el internet y celulares modernos que agudizan más la falta de comunicación presencial, el aumento de la soledad y el sentirse abandonado o poco importante en el caso de los hijos que son dejados de lado por los padres, que prefieren estar conectados a internet (basta con darse una vuelta algún centro comercial para presenciar este espectáculo bochornoso).