marzo 22, 2025
inicionoticiasactualidadcultura popdeportesempresasopiniónpolíticatierra de campeonesalta suciedad

12

Abr

Tengo dos opciones: ¡Me voy a la celda o el psiquiátrico! (Columna Nelson Mondaca I.)

NELSON MONDACA I.


[caption id="attachment_96404" align="alignright" width="194"]Nelson Mondaca columna Nelson C. Mondaca Ijalba nmonijalba@gmail.com[/caption] Todo tiene su tiempo. La vida de los más pobres sufre los embates de haber llegado a este mundo en que se revela con mayor fuerza, la riqueza de unos pocos que viven en fastuosas mansiones e increíbles palacios. Son dueños de fortunas inconmensurables. Mientras otros millones de personas están en chozas, sobreviven en campamentos, sin agua y sin luz. Por favor estimado amigo/ lector/ra, respóndame sinceramente ¿A quién afectará el corona virus? Los ojos se cerrarán más temprano, la vida se irá de un solo golpe, como degollado por un sablazo, igual al tiempo de los de nuestra edad media, los infiernos han llegado para quitar la vida del inquilino errante. Jamás hay que entrar a la abominación del contagio, el matador anda suelto y se alimenta principalmente, de los seres más débiles de la humanidad. Ojo, no todos los afortunados ricos son desalmados. ¡Oh amado padre! El único soberano en desventurada ahora yace en el olimpo de la oscura montaña, el silencioso torrente anda sin ser visto, por desgracia se propaga en el mundo a toda velocidad. Reclamo piedad, ya que, aún faltan muchas familias que deben sufrir. A buena hora, los dioses me favorecen y me mandan a un rico, quien me rescata de las garras del infierno. Los caminos donde el malvado virus obrará no será el mismo para todos. Tampoco, se trata de culpar al hijo inocente, tampoco culpar al vecino, incluso a mi amigo, a quien no conozco por la gracia de la simiente humana. La desgracia ocurre cuando uno menos lo espera. La desdicha está en mi propio cuerpo. Antes de que naciera, otros seres en otros cuerpos, también fueron víctimas y millones cuenta la historia que murieron. Abiertamente es injusto responsabilizar a otros, solamente es mi culpa, fui quien yo falló a los principios humanos. Mis deseos humanos se suman a una conducta de retar al destino. Al único que puedo insultar es al abominable coronavirus. El color del cielo, es más hermoso, las estrellas en la distancia, se acercan más a mi corazón, golpeado por las turbulencias políticas. Aquí en el norte, donde nací, la muerte siempre nos ha acompañado. Reconozco, estaban sanos, a estos miles no los mato un virus, fueron asesinados a plena luz del día, la sangre corrió sin demora por entre los vacíos de la tierra al mar. No hubo tiempo para el miedo ni para una oración cristiana. Las infames balas les quitaron la vida en la más absoluta impunidad. En la noche más larga del verano, la corrupción desapareció, la movilización social se la llevó la pandemia del coronavirus. El control social está bajo el dominio de la autoridad sanitaria. Las libertades individuales y la democracia están en territorio de los dueños del poder de las trasnacionales. El orden público esta disciplinado rígidamente por el saber de los especializados en la medicina para lo cual se utiliza el “estado excepcional de catástrofe”. Pronto cruzaré la vereda más anciano que ayer, ya no habrá más temática y los únicos artículos que estarán dando vueltas en mis pensamientos, sin eufemismos, en el extremo del neocapitalismo, son los trabajadores que vuelven al atroz desempleo y uno de los mayores desastres o crisis de la humanidad. La peor enfermedad está en el “dinero” y el coronavirus es un instrumento para recomponer su estructura en la sociedad moderna. Entonces, me preguntareis, ¿Dónde está el dinero de los ahorros previsionales de los trabajadores/as? ¿Porqué si son de su propiedad, las AFP’S no les devuelve una parte o porcentaje de este dinero? Hasta ahora, oídos sordos. ¡No se escucha padre…! ¿Es acaso el Gobierno de turno el dueño de estos ahorros? ¿Por qué el Estado se presta sin consulta de los trabajadores, anualmente, un 25% de estos fondos? Entonces, cierro estas líneas, y me pregunto a dónde me voy, pues tengo dos opciones: ¿A la celda como prisionero en mi casa? ¿O tal vez, al psiquiátrico o manicomio del hospital de mi querida ciudad?]]>

Comentarios

Deja el primer comentario

ingreso de usuario

Google reCaptcha: Clave del sitio no válida.