NELSON MONDACA I.
Cuando todo Chile el domingo pasado, 4 de Julio, esperaba el comienzo del trabajo de la Convención Constituyente; sí cuando los ojos de 15 millones de compatriotas, aproximadamente, estaban puestos en lo que pasaría en el ex Congreso Nacional, esta obra máxima conquistada por el pueblo chileno, de un solo plumón se vino al suelo. Por arte de magia, las esperanzas de que el cóndor con sus alas extendidas desde el sur recorriera todo nuestro territorio y nuestras cordilleras, besando las cimas indígenas del Norte extremo y andino, quedó truncado de un solo golpe. Tristemente, fue un rotundo fracaso.
Fueron muchas las opiniones, las declaraciones y las denuncias que hicieron los Constituyentes. En general, la molestia era inmensa. “Mala gestión, falta de planificación y respeto del Gobierno” Fue lo más indulgente que provino de unos miembros de la Convención. Otros, más ofendidos en su dignidad, pidieron la renuncia de las autoridades directas e indirectas responsables de llevar a cabo el normal desempeño de la Convención.
Después, vinieron las justificaciones del Ejecutivo. Explicaciones tardías y bien pensadas. Sin embargo, desde el primer día que ganó el Apruebo, se debía de garantizar el buen funcionamiento del órgano encargado de redactar la nueva Constitución. Tampoco, era cuestión de preparar una infraestructura y elementos técnicos de un día para otro y de última hora. En este tipo de eventos, por su gran importancia, no podían existir improvisaciones o de errores “no forzados”. Cometer este tipo de negligencias, nos puede ocurrir a nosotros, gente con poca experiencia y falta de recursos económicos. Pero es inaceptable para un Gobierno que cuenta con todo el poder del Estado. De modo que, no lo veo como una simple falta y descuido fortuito.
Ahora, barriendo debajo de la alfombra, que tal sí se miro a esta Convención con desdeño y de enviar un mensaje al país, demostrando un interés por conservar el actual “statu quo” de nuestra sociedad. Entonces, este simple “error” puede conllevar otro propósito que se entrecruza con estrategias nacionalistas extremas.
¿Puede ser un mal presagio? No lo sé. Sin embargo, cuando uno lee algo de nuestra historia social y política, encontramos sucesos que se escribieron como páginas negras, sangrientas y dolorosas. Por ejemplo, el año 70 antes que asumiera Salvador Allende como Presidente de Chile, se asesinó al General René Schneider, 22 de Octubre 1970. Sigamos, se realizó un atentado terrorista en los mismos EE.UU., el 21 de Septiembre 1976, se mató al ex diplomático de la Unidad Popular, Orlando Letelier y a su secretaria Ronnie Moffit. Entre otros actos deleznables, cuando asaltaron y quemaron la biblioteca de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH). Sumemos, el asesinato de Edmundo Pérez Zujevic, el 08 de Junio, 1971.
Estos son hechos que repaso brevemente, ellos nos demuestran la existencia de la desquicia en los extremos de la política en varias épocas de Chile. A mi juicio, estos tiempos no son la excepción. No tengo dudas, que existen mentes dispuestas a todo con el afán de defender sus mezquinos intereses económicos y poder oligárquicos. Están dispuestos a pagar el precio que sea para mantener intocables los privilegios de sus riquezas. Con sus capitales pueden emprender cualquier aventura y poner en riesgo el desarrollo de esta Convención.
Todos los poderosos del país, por cierto deben existir excepciones, no están por acatar el juego democrático. Estos poderes fácticos, se la juegan por detener este proceso Constituyente, toda vez que son minoría. Van a recurrir a toda clase de estratagema y maniobras, hasta conspirativas, con el fin de no permitir avanzar pacíficamente que se proponga y diseñe un nuevo modelo de Estado para nuestra sociedad. Pues, claro tienen sus razones, aparte de las ideológicas, en defender sus grandes intereses económicos.
Anexando un comentario de interés relacionado. El modelo político y económico instalado a fines del siglo pasado por la dictadura y profundizado por el presente neoliberalismo extremo, aún vigente, con todas sus letras, ¡Se agotó! No tuvo capacidad de responder a la necesidad de más libertades civiles: Justicia, igualdad, bienestar y solidaridad.
Para tener siempre presente. Estamos viviendo en una de las peores crisis sociales de la historia de Chile. Voy a insistir en que esta crisis viene de años atrás. La decadencia del empleo decente y el aumento de la vulneralidad y pobreza laboral, junto al aumento del empleo informal que en febrero del 2019, llegaba al 40%, se transformaban en una verdadera epidemia social. Por supuesto, no era una cuestión de la contingencia de Chile, sino de Latinoamérica. La precariedad del empleo dada a conocer por la OIT en el Informe “Perspectivas Sociales y del Empleo en el mundo Tendencias 2018”, eran antecedentes que se tenían que tomar muy en serio. Estos estudios fueron completamente ignorados por la clase política nacional.
Estas realidades se vieron agravadas por la epidemia del Covid-19. No es extraño que la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), diera a conocer recientemente, el aumento de la pobreza y de la pobreza extrema en nuestro Continente, solicitando que se continúen otorgando las ayudas económicas y sociales, a fin de que estas cifras no aumenten. Leer más en internet, CEPAL “Informe Panorama Social de América Latina 2020”.
Como vemos, el panorama y escenario político es complejo y muy difícil. No hay que ser arrogantes para creerse dueños de la verdad absoluta. Tampoco, podemos caer en la ingenuidad. Construir una nueva Constitución no será algo sencillo. Estemos atentos y asumamos este desafío de frente y con espíritu de hacer los cambios que Chile necesita en paz y con el mayor consenso posible.