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Vamos Iquique, yo te quiero | @plumaiquiqueña

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El pasado converge con el presente, la ciudad desaparece, la rutina se olvida, y sólo existe el templo. (Eduardo Galeano)

¡Dios! Qué maravilla, volver a la cancha de los Dragones Celestes, sentir la efervescencia del bronce, el grito ensordecedor que retumba la memoria y agita el corazón. Somos hijos de la historia, pero también de un romántico pasado.

El Estadio Municipal de Cavancha, fue creado como respuesta a la demanda del fútbol iquiqueño de tener recinto propio para albergar los partidos en condición de local, fue inaugurado en 1933, durante la 54° aniversario del Combate Naval de Iquique, tras 2 años de arduo trabajo de construcción, durante la gobernación del entonces presidente de Chile Arturo Alessandri Palma. Desarrolló entre otras actividades deportivas, el ciclismo, atletismo y boxeo. En el año 1976 aumentaron y mejoraron las graderías para recibir a más público, tras el traslado del aeropuerto fuera de la ciudad en 1973; en 1978 al fusionarse los equipos Cavancha y Estrella de Chile y otros menores de la liga amateur de la ciudad, el naciente Club Deportes Iquique empezaría a utilizar el estadio municipal como su sede local. Dentro de este viejo estadio se vería a Deportes Iquique ascender a primera división del fútbol chileno, siendo uno de los hitos más recordados dentro de la historia del estadio.

El cierre definitivo fue en diciembre de 1993, cuando el alcalde Jorge Soria Quiroga da por inaugurado el nuevo Estadio Tierra de Campeones, pasando el antiguo recinto al olvido por varios años. Hoy en día, el Estadio Municipal de Cavancha es Monumento Nacional, en la categoría de Monumento Histórico.

Como olvidar esas tardes de domingo en la gradería, con la familia, los amigos, observando un estadio atiborrado de gente, sentadas y de pie apoyadas a la reja. En esos tiempos los iquiqueños acudían muy temprano por guardar “un lado”, mientras el otro preparaba una colación y una picardía escondida en la mochila. Como olvidar al Peyuco y sus saltos con la bandera celeste. A Campanita agitando su sonora campana. Como olvidar las empanadas más heladas del mundo, saludar a los viejos pampinos con boina y radio a pila por otros con el clásico cojín. A mí me gustaba mirar a la Zunilda y sus paquitas, me encantaban las canciones y la alegría de principio a fin, tal cual se vivió con la barra del estadio Tierra de Campeones este 2022.

Ya no soy una niña, pero mi corazón celeste es mi eterna pasión para ver nuevamente campeón a mi dragón. Empatamos en esta justa de batalla con el puntero, sin embargo, aquí estaré para alentarte porque tengo esa fuerza inexplicable que brota del sol indómito y la chusca revuelta de la Pampa del Tamarugal.

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