Qué lejos parecen aquellos días del año 2011, de frenéticas marchas estudiantiles por una mejor educación. Aquellos grupos que partían desde la UNAP hacia el centro de la ciudad, exigiendo a viva voz educación gratuita y de calidad. Tras el acto, a veces comenzaba el «rocanrol» de las protestas con el grito «¡uff, qué calor, el guanaco, por favor!», señal para que el famoso carro lanza-aguas de Carabineros entrara en escena.
Hoy, sin embargo, el «Guanaco» se ha tomado unas largas vacaciones. Estacionado frente a la Subcomisaría de Fuerzas Especiales, parece más una pieza de museo, acumulando óxido y polvo marino, que una herramienta de control. La falta de trabajo lo ha dejado casi como un monumento a la represión de antaño.
Pero cuidado, no nos confiemos demasiado. Como el Ave Fénix, el «Guanaco» puede renacer de sus cenizas y volver al ruedo en cualquier momento.
Y pensar que, casi cuatro años después, el «Guanaco» tendría mucho trabajo durante el estallido social de octubre de 2019. Fue tanta la demanda, que trajeron otro «Guanaco» para enfrentar ese «Chile cambió». ARCHIVERO
