Hace una década, un grupo de vecinos tomó las calles de Iquique en una protesta que dejó tiritando a las autoridades de la época. Con barricadas, neumáticos y maderas en llamas, bloquearon el cruce de Chipana con La Huayca, exigiendo respuestas del Gobierno ante la lenta reconstrucción de sus viviendas tras el devastador sismo que sacudió el Puerto Glorioso el año anterior.
Los manifestantes, representantes de 177 familias, no solo protestaban por los retrasos, sino también por la drástica reducción de los subsidios y la estrategia de «una manito de gato nomás», con la que las autoridades pretendían maquillar los daños en lugar de reconstruir las casas como correspondía.
Sonia Villegas, presidenta de la junta vecinal, expresó su frustración ante la falta de soluciones por parte del Serviu, que, a pesar de haber prometido regularizar las viviendas en una carta oficial, no cumplió con lo acordado.
Los vecinos dejaron claro que no aceptarían el subsidio de 170 UFdestinado solo a reparaciones menores. Su exigencia era clara: reconstrucción total, no parches. Y aunque han pasado diez años desde aquella jornada de protesta.
