El 15 de marzo de 1964, el dibujante argentino Quino (Joaquín Salvador Lavado) dio vida a Mafalda, una niña de espíritu inquieto y mirada crítica que se convertiría en un ícono del humor gráfico y la reflexión social. A pesar de ser un personaje ficticio, Mafalda trascendió las viñetas, marcando generaciones con su cuestionamiento al sistema, su preocupación por la humanidad y su profundo sentido de justicia.
La niña que cuestiona el mundo
Mafalda es una niña precoz, curiosa e inteligente, que no teme enfrentarse a las grandes preguntas de la vida. Con su peculiar mezcla de inocencia y sagacidad, critica temas como la desigualdad, la política, la violencia y la contaminación, planteando cuestiones que siguen siendo relevantes incluso décadas después de su creación. Detesta la sopa (símbolo de la imposición y la autoridad, según muchos lectores) y ama los Beatles, lo que refleja su espíritu rebelde y moderno.
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Desde su debut, Mafalda dejó claro que no era una niña común. Su capacidad para observar el mundo adulto con ironía y su insaciable curiosidad la convierten en una voz poderosa para quienes buscan un cambio en la sociedad. En sus diálogos, sencillos pero profundos, hace preguntas que incomodan y al mismo tiempo invitan a reflexionar.
Una obra que trasciende el tiempo
A 61 años de su creación, Mafalda sigue siendo un símbolo de la lucha por un mundo más justo. Su humor inteligente y su visión universal han hecho que sus preguntas, aunque incómodas, sigan resonando en la actualidad. Más que un dibujo, Mafalda es una invitación a no conformarse y a mirar el mundo con otros ojos, como solo ella sabe hacerlo.
