Se nos próxima el 25 de diciembre. La navidad debería ser un día de paz, amor y felicidad. Los cristianos le dan un realce notable y extraordinario. En la efeméride de la esencia de su fe religiosa, a través de misas, recuerdan el nacimiento del niño Jesús.
Por otro lado, los agnósticos e incrédulos, conlleva una trascendencia de suma importancia. La noción de paz se levanta como el derecho sublime del ser humano de vivir o subsistir en este mundo.
De este modo, el 25 de diciembre trasciende a la humanidad. Tiene un valor en sí misma que nadie puede permanecer impávido y resistir a su noble principio. La luz de navidad irradia la vida de nuestro planeta. Los cristianos y los agnósticos, hacen un alto a las actividades y trabajos, los conflictos se toman una pausa y los países en guerras hacen una tregüa.
Este 25 de diciembre, en muchos hogares de Chile y en el mundo, la navidad tendrá distintos colores y sentimientos. Uno quiere lo mejor para sus seres amados y para el prójimo. Claro hay quienes son egoístas, es difícil sacarlos de su metro cuadrado. Sin embargo, existe una gran mayoría, tratando de hacer feliz a los niños, complaciéndolos con un presente. Hay hogares sin un pesebre y sin un árbol de pascua. ¡Qué triste!
Esta fecha, nos trae a la memoria, acontecimientos encontrados, de alegría y tristeza a la vez.
No puedo pasar por alto, la Masacre de la Escuela Santa María, los trágicos acontecimientos de sangre que costó la vida de miles de obreros pampinos y de sus esposas e hijos. Quienes luchaban por las 8.00 horas de trabajo, entre otras demandas. Sí hablamos del 21 de Diciembre de 1907, han pasado 117 años. Fueron familias de la pampa que no tuvieron navidad y viejos pascueros. A pesar del paso del tiempo, me revela que esta sentida demanda obrera continua vigente hoy en nuestras vidas. Por lo mismo, esta historia está muy presente en nuestros corazones iquiqueños. Esta tragedia de sangre, es mucho más intensa y profunda cuando la flor del desierto, diamante en bruto del salitre, se muere entre las manos.
Aquí, me detengo. Para sacar al pizarrón a un hombre qué por su heroísmo, jamás morirá. Leo y escribo del “Libro Los Fantasmas del Salitre”:
“La sangre abrió la tierra,
maldijo el tiempo sus itinerarios
bajo las suelas,
todo desparramado
todo desgarradoramente sucio:
carne fuera de su carne
huesos en los huesos dados vueltas,
muerte en disputa con la muerte,
la vida es
una mujer violada por unicornios
grito por grito,
un solo alarido seco es el silencio
y en la frente de un obrero joven
un orificio perplejo
asoma por su guarida negra
una pregunta yerta.
Desde ese día y esa noche
las cosas y los seres tienen sombras
en el desierto.
Es el luto por lo muertos.”
Homenaje a Elías Laferte
Hablando de contrastes, girando el carrusel en el universo, los pensamientos al otro lado, pasa una caravana de vehículos con música y un camión adornado con luces y motivos de navidad. Aquí en Iquique es una vieja y linda tradición. Diversas empresas, organizaciones sociales e instituciones, comienzan a recorrer nuestras calles, poblaciones y condominios. Para repartir los regalos a los niños, hijos/as, de funcionarios y trabajadores, que son visitados por Santa Claus, el Viejo Pascuero, viviendo momentos de alegría y felicidad inolvidable.
Un poco de historia. En Zofri, mientras trabajé para Comercial Freddy Marini, Canepa y Cia, y Comercial Prat, me tocó hacer de Viejo Pascuero. Eran otros tiempos. No es fácil soportar el calor y las atenciones -una copita de vinito- un agasajo de agradecimiento por esta visita milagrosa. Para ser sincero, no siempre la recibí. El Viejito Pascuero, en mi caso, representa siempre lo mejor del cielo y la tierra, si lo niños y sus padres eran felices, yo también vivía esa felicidad.
Repartir cientos y miles de pastillas y calugas, especialmente en poblaciones donde la vida es muy difícil; los niños de diversas edades y sexos, todos detrás del carro alegórico y del Viejo Pascuero, creo que me acompañaran hasta la eternidad. Poniendo punto final, en la danza de los sueños la Calle Las Cabras del barrio El Colorado, ya sin la caravana de vehículos, un día previo de Nochebuena, el traje de Viejo Pascuero recobraba vida; depositar un regalo de Navidad a un hijo/a de un vecino/na, más allá de su condición social y de pobreza, significaba entregar y recibir amor de familia en el barrio.
En este periplo de contrastes navideños, puedo mencionar los cientos de regalos a cientos de trabajadores, haciendo más largas las jornadas y extenuantes. Hoy esas empresas ya no están en Zofri. Me quedo con los regalos chicos y regalos grandes. Nadie quedaba afuera. Los jefes y sus empleados, disfrutaban del carro alegórico. Además, no faltaba la fiesta realizada por la misma empresa, asimismo, el respectivo Aguinaldo.
Hoy veo con tristeza como las cosas han cambiado. A veces para bien y otras para mal. Lo mejor es tener una actitud positiva y al mal tiempo buena cara. Lo que no quita ser sinceros y leales a nuestros principios cívicos.
Aquí en Iquique nuestras autoridades municipales, encabezadas por el Alcalde Mauricio Soria, han encendido y adornado nuestra ciudad, haciéndola más bella. En el Estadio Tierra de Campeones, han entregado miles de regalos a los niños/as de nuestra Comuna. Lo mismo han hecho las autoridades municipales de las otras Comunas. Bien por todos los niños y niñas de nuestra Región.
Para terminar, en este crisol del paso de las estaciones, creo que el mejor regalo de Navidad para el país, lo hizo el Presidente Boric, en el lanzamiento del primer Bus a Hidrógeno, hecho completamente en Chile. Por fin una noticia con nuevas esperanzas. Ahora, hay que multiplicar esta estrategia innovadora de la alianza pública-privada, se convierta en una industria competitiva de nivel mundial.
¡A todos los lectores del este medio de comunicación, tengan una Feliz Navidad!
