El 11 de mayo de 1983 tuvo lugar en Chile el primer paro nacional contra la dictadura cívico-militar, el cual comenzó a prepararse a partir de la convocatoria de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) en su congreso, realizado el 21 de abril de 1983.
«El paro se extendió y nacionalizó, transformándose en la primera protesta nacional contra la dictadura que movilizó a cientos de miles de personas», señala la historiadora Ana López en un artículo publicado por Izquierda Diario.
«En los días previos al paro se repartieron volantes, grupos de jóvenes salían a pintar las paredes de las poblaciones y en los pocos medios de oposición vigentes, como radios y revistas, se difundía el llamado de la CTC. Otros gremios de trabajadores se sumaban, también los grupos políticos contrarios a la dictadura, organizaciones estudiantiles, poblacionales y de mujeres. Sin embargo, nadie esperaba la fuerza con la que se expresó la rabia, el odio y la oposición a la dictadura cívico-militar», indica López.
La historiadora recuerda que «en los poco más de 10 años que llevaba la dictadura en el poder, los militares y sus colaboradores en el gobierno dejaron miles de muertos, torturados, exiliados, relegados y perseguidos. En lo económico, arreciaba una fuerte crisis económica con altos índices de desocupación y miseria, cercanos al 35%».
«La dictadura había avanzado con sus ‘modernizaciones’ para atacar a los sindicatos con el Plan Laboral Piñera de 1979, que atomizó a estas organizaciones, cercenó el derecho a huelga y negociación colectiva, privatizando la educación, la salud y las pensiones, instalando la autoritaria Constitución del ’80, reconvirtiendo la economía, entre otras cosas», agrega el artículo.
«Sin embargo, la resistencia a la dictadura llevaba varios años de organización tanto en la clandestinidad como de manera pública. En los sindical, existían varios referentes como la Coordinadora Nacional Sindical, el Frente Unitario de Trabajadores, la Confederación de Trabajadores del Cobre o el Colectivo de Derechos Humanos de Clotario Blest, y a nivel estudiantil se estaban recuperando algunos centros de estudiantes, en las poblaciones se organizaban las ollas comunes, los clubes deportivos o los comités de cesantes, mientras las organizaciones de derechos humanos mantenían una fuerte denuncia contra el régimen y las mujeres se manifestaban fuertemente contra la dictadura, como sucedió el 8 de marzo de ese año, en que tres mil mujeres marchan hacia el centro de Santiago», recuerda la historiadora Ana López.
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