Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl/Académico, Escritor e Investigador (UACh)
“…Porque los niños no pueden luchar solos contra el cáncer: ellos necesitan toda la ayuda y apoyo que se les pueda brindar”.
Si ya el hecho de que un adulto padezca cáncer se convierte en una gran tragedia personal y familiar, no resulta difícil imaginarnos el drama que deberá vivir una familia, cuando es el hijo, quien ha desarrollado una leucemia o algún otro tipo de tumor cancerígeno.
Lamentablemente, a raíz de estilo de vida occidental que llevamos en Chile, con alta ingesta de azúcar, dieta poco balanceada, grave polución y contaminación ambiental, sobrepeso y sedentarismo, son cada vez más los niños que se enferman de cáncer en nuestro país, tanto así, que el cáncer representa la cuarta causa de muerte más frecuente en la población infantil en menores de 15 años.
El cáncer infantil más frecuente es la leucemia, seguida por los tumores cerebrales y los linfomas, diagnosticándose entre 600 y 800 nuevos casos cada año, con una tasa de sobrevida global del 77% a los cinco años de detectarse la enfermedad, lo cual, entrega una luz esperanzadora para una gran mayoría de los niños, siempre que se actúe a tiempo.
¿Por qué razón es importante analizar y reflexionar acerca de este tema? Porque si los padres prestan atención al bienestar de sus hijos, a menudo es posible detectar a tiempo la enfermedad con el objetivo de frenar o interrumpir su avance. Esto significa que debemos hacer prevención no sólo con los adultos, sino que también con los menores de edad.
¿A qué síntomas y signos de alerta debemos prestar atención para la detección temprana del cáncer infantil? A continuación señalo algunos de ellos: 1. Presencia de dolor persistente en huesos y abdomen. 2. Aparición de fiebre sin que haya una causa, o que la fiebre se mantenga por más de una semana. 3. Aparición de moretones, o sangrado de nariz o encías. 4. Infecciones que no mejoran a pesar de tratarlas. 5. Presencia de una mancha blanca en uno o ambos ojos cuando le llega luz al ojo. 6. Mucho cansancio (o cansancio fácil), palidez inusual o anemia súbita. 7. Pérdida de peso que no se explica por la realización de una actividad física. 8. Transpiración abundante sin que exista alguna causa que la provoque. 9. Abdomen que crece de tamaño en forma rápida. 10. Crecimiento tumoral o de los ganglios (presencia de bolitas en el cuello, axilas e ingle). 11. Jaquecas, dolores de cabeza y vómitos por la mañana, que se prolongan durante varios días. 12. Picazón en el cuerpo, sin que existan lesiones o irritaciones en la piel. 13. Aparición de puntos rojos en distintas zonas de la piel. 14. Alteración de la marcha o del equilibrio, con tropezones y caídas repentinas.
Ahora bien, ¿por qué razón es importante prestar atención a estos signos y síntomas? Porque la prevención y detección temprana –y a tiempo– de la presencia de una enfermedad cancerígena, permite un tratamiento menos invasivo, mucho más eficaz, con menos problemas y complicaciones, así como un pronóstico mucho más favorable para los niños, ya que hay grandes posibilidades de curación total y sin que se produzcan recidivas, es decir, que la enfermedad vuelva a resurgir. Al revés: una consulta tardía podría entorpecer la detección precoz de un cáncer en un menor, con un pronóstico mucho menos favorable.
Es preciso saber –y prestar atención– que a menudo los signos y síntomas del cáncer infantil presentan semejanzas con las enfermedades comunes o con las molestias frecuentes en los menores. De ahí el énfasis en poner mucha atención al tema en comento.
Por lo tanto, es absolutamente necesario generar conciencia en todas las personas –especialmente en los padres y guardadores– acerca de una enfermedad insidiosa como el cáncer infantil, enfermedad que puede ser derrotada por intermedio de un diagnóstico temprano y con una atención que sea adecuada.
Esto también nos permite a todos nosotros garantizar la plena vigencia de los derechos de los niños a disfrutar de una vida sana, feliz y sin enfermedades. Los niños se lo merecen.