El escritor chileno Vicente Huidobro, quien falleció el 2 de enero de 1948, trascendió con su trabajo poético, encabezado por Altazor o el viaje en paracaídas (1931), para convertirse en el referente del creacionismo.
Hijo de Vicente García-Huidobro y María Luisa Fernández Bascuñán, el poeta nació el 10 de enero de 1893 y desde pequeño estuvo ligado al campo de la cultura debido a su madre, quien frecuentaba a destacados personajes de ese ámbito.
La formación de Vicente García-Huidobro Fernández comenzó en Europa, donde se asentó por un tiempo con su familia, aunque en 1900 regresó a Chile para estudiar en el Colegio de San Ignacio, según la cronología publicada en el portal www.vicentehuidobro.uchile.cl.
A los 12 años, escribió su primer verso titulado ‘Ese soy yo’ y a los 17 publicó su primer poema El cristo del monte (1910). Posteriormente, ingresó a la Universidad de Chile para estudiar Literatura y en ese periodo escribió Ecos del Alma (1911).
En 1912, el joven contrajo matrimonio con Manuela Portales Bello y en ese año en la revista Musa Joven difundió la mayoría de la poesía que reuniría en Canciones en la Noche (1913).
Un año después fundó con Carlos Díaz Loyola, quien usó el seudónimo Pablo de Rokha, la revista Azul y durante ese periodo publicó La Gruta del Silencio.
Las Pagodas Ocultas (1914), en la que reúne poemas y ensayos, fue la primera obra que firmó con el nombre de Vicente Huidobro.
En 1916, viajó a Buenos Aires para dictar una conferencia sobre poesía en el Ateneo de esa ciudad, donde esboza su teoría creacionista; luego se trasladó a Europa, donde mantuvo intensa actividad profesional, sobre todo en París y Madrid.
Se vinculó con reconocidos intelectuales de la época como Pablo Picasso, Juan Gris, Jacques Lipchitz, Francis Picabia, Joan Miró, Max Emst, Paul Eluard y Blaise Cendrars.
De acuerdo con el portal www.biografíasyvidas.com, durante su estancia en París perfiló el movimiento conocido como creacionismo, en el que «situaba al creador artístico a la altura de un demiurgo capaz de insuflar a su creación un aliento vital tan poderoso que se podría medir, incluso, con las creaciones de la propia naturaleza».
Para Huidobro, «el artista no debía limitarse a imitar la naturaleza (de ahí el título de su manifiesto creacionista: Non serviam, «no serviré»), sino que debía mantener con ella una especie de competición en la que podía mostrar el vitalismo de su propia obra», según la biografía publicada en el sitio de internet.
Vicente Huidobro se presentó en Madrid en 1918, donde fundó un destacado grupo de poetas creacionistas consagrados a la elaboración de textos sobre la línea creada por el poeta chileno, de gran producción poética.
Regresó por un largo período a Chile en 1925. Desde su llegada inició una intensa actividad literaria y política. Fundó el diario Acción para defender las ideas contrarias al militarismo y fue candidato a presidente en los comicios de ese año. Además, de dar un giro a su vida al unirse con Ximena Amunátegui (1929) y seguir con su intensa producción literaria.
En 1931 publicó dos poemarios que trascendieron en la literatura universal: Altazor o el viaje en paracaídas, un poema en siete cantos que narra la caída del hombre y el encuentro con la mujer, con la poesía, así como Temblor de cielo.
Vicente Huidobro murió el 2 de enero de 1948 en su casa de Cartagena y está enterrado en una colina frente al mar.
A continuación, el trabajo más conocido de Vicente Huidobro el poema Ella. Ella pertenece a la obra de Huidobro Ver y palpar (Santiago de Chile, Ercilla, 1941).
Ella daba dos pasos hacia delante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo
Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla
Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma
Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas