diciembre 6, 2023
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May

45 años como parte de la bohemia iquiqueña | Pandemia dejó sin celebración de aniversario a parroquianos del Bar Curupucho

Desde el pasado 15 de marzo del año 2020 las puertas del tradicional bar de Aníbal Pinto 751 están cerradas a machete, tras la normativa sanitaria por la pandemia que determinó cerrar algunos comercios.

JCN.


El Bar Curupucho, cumplió 45 y su propietario Alfonso Manuel Dastres Malbrán, si bien no está atendiendo mantiene un estrecho contacto a través de redes sociales con sus parroquianos. Hace dos meses cuando se cumplió un año sin atender público, Dastres lamentó el prolongado cierre y pedía que los locales tradicionales, que siguen pagando patentes, pudieran tener de parte de la autoridad sanitaria el mismo trato que los restaurantes que sí pueden atender.

“Así las cosas, tal parece que no abriremos nunca. Es por eso que estamos pidiendo que nos den el mismo trato que a otros locales. Nosotros pagamos la patente más de cien lucas y no podemos trabajar”.

UN POCO DE HISTORIA
Pocos bares típicos cumplen 45 años de vida con los mismos parroquianos, ese es el caso del “Curupucho”, que tiene un récord, como que es el único boliche instalado al lado de un recinto de Carabineros.

El Curupucho con su ornamentación, que recuerda al viejo Iquique y su pasado pampino, es un lugar que no es solo para apagar a los sedientos marinos, empresarios, ejecutivos, periodistos, periodistas, comunicadores, señoritas, pololas y parejas, sino que hay un lugar para el arte y la cultura, donde también de vez en cuando hay lanzamientos de obras de literatos y poetas locales.

La última semana de mayo del año 1976, Alfonso Dastre y su hermano abrió su local en una vieja casona construida en la época, cuando Iquique era parte del territorio peruano. Con el tiempo, Alfonfo Dastres, se quedó solo con el bar, que fue integrando a los viejos iquiqueños y jóvenes en esa época, algunos de El Morro, El Colorado, Matadero o de la Plaza Brasil.

El Curupucho con los años se convirtió en una mezcla de personajes queridos y recordados, desde el más pinochetista, al más izquierdista pagan sus afectos al lado de un congrio con arroz y un Cabernet Sauvignon o simplemente un sanguche de pescado viendo un partido de fútbol.

PILSEN
En el “Curupucho”, la Pilsen se llama Pilsen y no “cerveza” o “Chela”, y cada parroquiano tiene su apodo, que por respeto a algunos de ellos en esta nota vamos a omitir.
Durante las jornadas Alfonso Dastres se une al grupo, donde esa frase de “no hablar de política y religión” no vale, sino que a la mesa se llevan las ideologías y pensamientos sin que la sangre llegue al río, sino simplemente a un salud con un tinto o una Pilsen.

Si bien los vales se van sumando en el cuaderno del dueño del Curupucho, siempre las facilidades para el pago del crédito son flexibles con D astres y su señora “Carlita”, dueña un montón de paciencia.

El Bar Grill Curupucho, ubicado en Aníbal Pinto 751, no es un círculo cerrado, si de vez en cuando llegan nuevos clientes y conversadores o señoritas que van a hacer hora o esperar el carrete con un copetito.

 

En el “Curupucho”, todavía se toma “Cuba Libre” al lado de la moderna “Michelada”, donde cada anochecer comienza una nueva historia, siempre cuando el dueño abra a la hora, o sino los clientes tendrán que esperar con calma.

CUADRO
En el año 2015, se inauguró un cuadro de honor con los retratos de los parroquianos más antiguos de El Curupucho. El mural que contiene los rostros de los clientes frecuentes y otros que ya partieron. La obra es del profesor y también antiguo cliente del Curupucho, Gerardo Segovia.

Otra característica del Bar es que, dicen, es el único que está al lado de un recinto de Carabineros. Siempre hay un uniformado haciendo guardia y en las noches de cenas y celebraciones, algún parroquiano le lleva al centinela un “platito” y una cocacolita.

También hay una gran confianza del propietario y sus clientes, que algunas veces, sale a hacer compras y deja a uno de los parroquianos a cargo de “la barra”, momento que se produce una algarabía por una utópica gratuidad de tragos. Alfonso Dastres también cuando observa que la mayoría está “arriba de la pelota”, cierra el local y amablemente pide a sus parroquianos que se vayan a sus casas.

En este 45 aniversario de El Curupucho permanece en silencio y sin atender a los clientes y clientas que acuden cada noche a terminar el día al lado de una chela o un vino y una conversación bajo el sonido de la música de la radio. Pero, la esperanza es lo último que se pierde. Ya llegará el día que el maldito coronavirus se convierta bueno y el Curupucho vuelva a brillar atendiendo a sus parroquianos y parroquianas.

Galería:

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