La papa estuvo guardada durante cinco meses y recién en las últimas horas fue confirmada por fuentes oficiales: Un pequeño avión “dron”, a control remoto y con relativa autonomía de vuelo, se estrelló e hizo pebre un detector de metales instalado en la entrada principal del Palacio de La Moneda.
El incidente ocurrió en la mañana del 5 de junio pasado, cuando la Presidenta Bachelet promulgaba la Ley Ricarte Soto en uno de los salones de la sede de gobierno, consignó el diario El Mercurio.
La Mandataria no supo del hecho hasta que la sargento segundo de Carabineros Jéssica Moya, de guardia ese día en palacio, cachó que un aparato raro pasó silbando por sobre su cabeza y se estrelló contra un pilar del detector, lo que lo dejó descalibrado y fuera de servicio.
El autor de la gracia fue el ingeniero Matías Altamirano Allegro, quien rajó hasta La Moneda para reconocer su responsabilidad. El hombrón contó que estaba manipulando el avioncito, modelo Flare y fabricado en Sudáfrica, desde la azotea del edificio del Banco Santander, situado en calle Bandera y Moneda.
Su objetivo era grabar las maniobras de una grúa, pero el viento le jugó una mala pasada y el dron se fue dos cuadras más abajo y entró a la casa “donde tanto se sufre”.
Aparte de pagar el detector (vale cuatro palos), Altamirano arriesga una multa de 120,5 millones de pesos que le impondría la Dirección General de Aeronáutica (DGAC) –que instruye un sumario- por manipular sin autorización el avioncito, desconociendo que existía desde un mes antes un reglamento para operar los drones.
El ingeniero tampoco sabía que está prohibido por la misma DGAC sobrevolar el palacio de La Moneda, como lo hicieron los Hawker Hunter el 11 de septiembre de 1973 y dejaron la mansaca.