Hace 34 años se realizó en Chile el recordado plebiscito de 1988, donde los chilenos decidían si seguía la dictadura de Augusto Pinochet o se llamaba a elecciones libres. Ganó la opción “NO” que dejó la general fuera de La Moneda.
Esa noche del 5 de octubre Pinochet no tenía muchas ganas de reconocer el triunfo de la Oposición, primero había pedido la renuncia a sus ministros y luego quería presionar a los comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas para que lo apoyaran.
En medio de tensión del momento Pinochet ingresa a la oficina del subsecretario del Interior, Alberto Cardemil, encargado de dar a conocer los cómputos de referéndum y le pregunta: “… ‘Oiga -me dijo- y en Iquique… ¿también perdimos?’… Sí -le dije- Presidente, también perdimos, y perdimos exactamente por el mismo porcentaje que en Santiago… ‘Por Dios -me dijo-, por Dios”.
Pinochet tenía una especial preferencia por Iquique, según crónicas de la época. Incluso cinco años antes, en 1983, cuando le preguntan por la capital regional el dictador responde: “Iquique tiene un embrujo que atrae a pesar de sus limitaciones, es como esas mujeres feas a las que uno les va tomando cariño y al final las encuentra hermosas”.
Pero, volviendo a Alberto Cardemil, el ex subsecretario recuerda con más detalles el episodio con Pinochet esa noche del 5 de octubre de 1988.
“Bueno, presidente, perdimos el plebiscito, le digo y le doy las cifras. ¿Y en Iquique?, me pregunta. Perdimos por el mismo margen que en Santiago, le respondí. Él había hecho un gran esfuerzo por Iquique, había metido muchas platas fiscales ahí. Entonces, le digo, me voy a ir a dar el resultado. No, me dijo, todavía no, porque yo tengo que citar a los comandantes en jefe, porque ellos son mis electores, yo soy candidato propuesto por los electores, sujeto a la ratificación popular, así que yo les tengo que dar a ellos primero la información. Yo dejé el auto funcionando afuera (para partir al edificio Diego Portales hoy GAM); no participé en esa reunión”.
