abril 25, 2024
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05

Ago

A Propósito de Los Portonazos

La Cámara de Comercio Detallista de San Bernardo a comienzos de junio publicó una encuesta donde los habitantes dicen en más de un 90 por ciento que cuando acuden al centro para hacer algún trámite lo hacen con miedo a que los asalten. Por RAUL MERINO VILLALOBOS Esta semana, tres hechos llamaron poderosamente la atención a los capitalinos. Primero, la interpelación a la ministra Blanco, que la dejó en el último lugar del ranking, pero que además originó “la chuchada” del diputado Schilling, que con esa misma boquita come pan y otros manjares que lo tienen casi tan gordo como al papá cerdito de Peppa, el dibujo animado. Dos, el aterrizaje en Santiago de José Piñera, que en canal nacional dio el tremendo jugo, con su defensa esquizofrénica del modelito que inventó, después de una marcha donde cientos de miles de chilenos dijeron No + AFP. Y, el delito de moda entre los más “flaites”, un portonazo en San Bernardo, donde murió el delincuente y los afectados terminaron en prisión preventiva. Gustavo y Raúl Aravena, padre e hijo, decidieron perseguir a un delincuente luego de ser víctimas del robo de su auto cuando lo sacaba para ir a trabajar a las 6 de la mañana. Tras recorrer casi 2 kilómetros, lograron dar con uno de los ladrones y lo mataron a golpes. En el control de detención se desestimó la legítima defensa y la jueza de Garantía indicó que ambos son un peligro para la sociedad. Se desestimó, además, el robo con intimidación argumentando que sólo se trataría de un robo “simple” o así no más. El cuento es qué hacer cuando te roban el auto y das con los asaltantes. Les pides por favor que te devuelvan el vehículo. Le dices que si no se bajan llamaras a carabineros. O lo tratas de recuperar, sabiendo que los tipos que están en tu auto no andan con dulces entre sus ropas, sino que están armados. La primera reacción es salir a buscar lo que te pertenece. Con una tonelada de rabia, desconcierto y adrenalina a tope. Muy pocos pueden medir la fuerza de sus golpes para que el hombre no se levante, reaccione y te meta un balazo. Más aún en un pueblito que a comienzos de los 80 era un lugar casi campestre como San Bernardo a 16 kilómetros de Santiago y que hoy fue absorbido por la extensión de la capital, donde viven casi puros tipos bravos, que andan chispeando los dedos. Sin embargo, la tragedia para este padre e hijo es peor en este caso, porque el delincuente es el hijo único de una famosa traficante, que ha tenido varias detenciones y que fue despedido como corresponde a un bravo, con velatón, disparos, muchos disparos, el pasaje donde vive cerrado y su casa adornada con banderas y globos. En ese tranquilo y apacible pueblito que alguna vez quiso ser la “ciudad del futuro”, la Cámara de Comercio Detallista de San Bernardo a comienzos de junio publicó una encuesta donde los habitantes dicen en más de un 90 por ciento que cuando acuden al centro para hacer algún trámite lo hacen con miedo a que los asalten. Es ese mismo temor que padecen en muchas comunas del gran Santiago, mientras en el congreso está a puras palabrotas, preocupados de las encuestas, para ver quién sale mejor evaluado que el otro. ]]>

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