diciembre 2, 2023
inicionoticiasactualidadcultura popdeportesempresasopiniónpolíticatierra de campeonesalta suciedad

07

Oct

A veces Chile me ha comenzado a pesar | Alejandro Fabres

Alejandro Fabres párroco de Porvenir


De un tiempo a esta parte me ha venido una especie de agobio y cansancio con respecto a mi querido país.

Y es por lo que veo, por lo que leo, por lo que percibo.

Alguien me dijo hace poco que debía ser prudente y cuidar más mis palabras, que debo guardar silencio para ser signo de unidad, para no generar más odio ni división entre la gente, porque la tarea mía es unir. Se que esas personas que me dijeron eso lo hicieron desde un sincero aprecio. Y es por eso que estoy tratando de ser más mesurado en mis miradas y tratar de hacer menos comentarios que puedan afectar a otros.

Sin embargo, tampoco quiero pecar de omisión y hacer la vista gorda frente a la violencia verbal, la intolerancia, y también las falsedades y mentiras que se están imponiendo cómo verdades en las redes sociales.

Digo esto porque soy asiduo seguidor de ellas, especialmente en lo noticioso. Sin embargo, basta comentar una noticia para que las descalificaciones, las denostaciones y los ataques se hagan presentes. Lo más suave es que me traten constantemente de «zurdo», «comunista», «perdedor», etc. Cosas que en realidad no me afectan. Lo que si me afecta es que al leer todo lo que se escribe posteriormente demuestra un anticomunismo que borda lo irracional, con amenazas veladas e insultos de todo tipo.

Invitaciones constantes a qué abandonemos el país, a qué nos vayamos a Cuba o a Venezuela.

Y de ahí el constante recuerdo a la dictadura y a la obra reivindicativa de todo lo acontecido durante los 17 años de dictadura.

Todo eso siempre señalándonos o diciéndome de forma personal que soy yo quien inspiro, trabajo y promuevo el odio y la violencia.

Eso no es todo lo que he visto. Al encontrar bueno que una artista (que puede gustar o no) decida hacer una gira, y que dos artistas nuestros hayan sido homenajeados por una marca de jeans y al hacer comentarios favorables, la cantidad de epítetos descalificatorios hacia ellos y también hacia mi ¡Uff!

La gota que ha colmado el vaso fueron las noticias sobre los diputados republicanos, quienes han sido ovacionados por muchos cómo paladines de la moral y las buenas costumbres y, muchos y muchas, han denostado a una mujer trans, diputada, mostrando la peor cara de la intolerancia hacia la diversidad sexual, hacia quienes piensan o pensamos distinto. Yo, de verdad, pensé que Chile había cambiado, que habíamos evolucionado, que nos habíamos hecho más tolerantes y respetuosos.

Pero me equivoqué, puesto que todos los Anti que han aparecido me demuestra que el odio y la violencia se instaló en nuestra sociedad, la intolerancia y el silenciar a otro para que no opine, a través de la denigración verbal y la prepotencia sin fundamento se está haciendo una práctica común. La invitación a quedarse callado se está imponiendo cada vez más.

Y es por eso que Chile me está pesando, porque me trae recuerdos de tiempos vividos y que yo por lo menos no quiero repetir. Me trae a la memoria situaciones históricas vividas a nivel mundial que nadie quiere volver a experimentar.

Nunca le he dicho a nadie que no tiene derecho a expresarse ni a decir algo, salvo que sean temas como el negacionismo (que se ha instalado ya se frente también) o la defensa a las violaciones a los DDHH, y eso porque considero que sobre esas cosas no se puede contrargumentar, ni defender ni decir que son parte de la libertad de alguien porque en una sociedad democrática y sana estos temas no tienen cabida.

Chile me pesa, me duele en este momento, porque siento que la intolerancia hacia el ser humano se está posicionando cada vez más. Porque veo que el odio lo ha instalado un sector como parte de su discurso político y la gente, por lo menos un sector lo está asumiendo y replicando cada vez más, sea en lo político partidista, sea en los discursos de género, bajo una supuesta defensa hacia los valores morales tradicionales y que a algunos y algunas les gustan tanto. Porque veo que hoy, lo más fácil es, desde la prepotencia, tratar de que algunos nos callemos y guardemos silencio, porque así colaboramos con la paz, una paz que huele más a complicidad y a omisión. A ese silencio me resisto con todas mis fuerzas. Ese silencio cómplice no lo asumiré nunca.

Confío en que Chile vuelva en algún momento a recuperar la cordura, a que recuperemos el respeto y la tolerancia, y que no nos dejemos llenar de los extremismos (de ningún tipo) que dañan nuestra convivencia democrática y también nuestro espíritu como sociedad. Espero que aún estemos a tiempo de alcanzar todo eso. No sea que lleguemos nuevamente a un abismo del cual no logremos salir.

Comentarios

Deja el primer comentario

ingreso de usuario

Google reCaptcha: Clave del sitio no válida.