La mayoría de nuestros días son para el olvido, apenas se recuerdan. Pero, el martes 31 de enero será un día atrapado por nuestra memoria: cuando el VIZZIO nos ofreció, a Joyce y a mí, el último café.
Cesó, así, un ceremonial – desde tiempo universitarios, Antofagasta 1961- que dejaba en suspenso la rutina diaria. En soledad o en compañía, gracias al café, nuestro tiempo recuperaba su vaivén libre, alegre y cálido. Era un espacio para la amistad, ayeres y soñares.
Regreso al trabajo, miro hacia el Banco de Chile (frente a plaza Prat) y emerge nuestra casa, la imprenta y librería VICTORIA de Augusto Carvajal Thomas.
Ayer fueron los libros desalojados por los billetes. Y, ahora, también los billetes (FALABELLA) han cortado el paso a nuestro café “único animal fiel que permanece”
ROSS-MURRAY