@plumaiquiqueña

Este año nuevo que se aproxima tendremos que guardar las energías por quemar un mono o una ‘pila’ de neumáticos. Los enseres y ropa en desuso quedaran apilados en el patio para el próximo año, si Dios quiere, exclamaría mi santa abuela.
Las autoridades llaman a extremar las medidas sanitarias y no seguir sancionando restoranes, fiestas clandestinas y uso de pirotecnia.
En este último punto, animales, niños y ancianos son los más vulnerados. Si parece que fue ayer, que en los 50, las calles de tierra se prendían con salitrón. En los 80, mamá llegaba a casa con un tremendo pavo para la fiesta y obviamente el recalentado duraba una semana. Nos compraban la segunda pinta del año.
Los barrios El Morro, La Puntilla, El Colorado y Plaza Arica, aparte de quemar al mono, se concentraban en preparar un espectáculo de luces y fuegos artificiales. Cuantas veces pisábamos cuetes, viejas, petardos con los cabros para sacar chispa en el suelo. Cuantas veces se encendían las estrellitas y jugábamos a realizar dibujos en el cielo.
En El Morro, esperábamos los cañonazos de la Armada, comenzaba la fiesta de los abrazos. Mamá salía a dar una vuelta con la maleta, usábamos ropa interior amarilla, en la mesa había uvas y lentejas por doquier.
Después de escuchar el himno de Iquique en la Radio Mundial, se bailaban dos pies de cueca en el piso con olor a cera. La casa estaba soplada, pero iba a durar poco con la chaya, la serpentina y la algarabía de un año más.
Este año 2020, las tradiciones salitreras se harán humo, debido a la pandemia. Dos millones de personas han muerto en el planeta por culpa del Covid. En Chile llevamos 16.000 fallecidos. En la región estamos ad-portas de una segunda ola. Por ende, debemos hacernos la siguiente pregunta. ¿Somos solidarios o egoístas los iquiqueños? Qué tiene que suceder para reaccionar y no volver a cuarentena en la época más linda del Glorioso.