enero 14, 2025
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Ene

Ciudad en llamas |@plumaiquiqueña

@plumaiquiqueña


Se necesitan lágrimas para apagar uno de los incendios más grandes en la historia de Iquique. Un voraz incendio arrasó con cien casas que sostenía el durmiente dragón. Desde cualquier lugar geográfico, el manto de humo cubría los techos y enormes edificios. El corazón se rompía en mil pedazos por las calles del casco antiguo, por los damnificados y ese sueño de verano. Tal cual sucedió el año 1988 en el Teatro Municipal, el año 1970 con el Teatro Nacional y el 73 con el Teatro Coliseo.

Queda esa sensación vulnerable en el ADN del iquiqueño, del ciudadano común, que se ha traspasado de generación en generación.

Un 24 de diciembre, cientos de iquiqueños derramábamos lágrimas a borbotones al suponer que nuestro monumento histórico estaba siendo consumido por el fuego. Una navidad triste sin regalos y reyes magos, sólo la cortina de humo y los recuerdos del Almacén del costado, que albergó después de la retreta a miles de artistas y parroquianos.

Iquique ciudad en llamas, me duele verte llorar por las 400 almas en pena sin casa y sin recibir después de las seis, otro cálido atardecer. Mujeres, hombres y niños nuevamente en manos del vecino, del Presidente y los ministros. Una canción aprendida que había olvidado desde hace rato cuando el año 2015, la ex Aduana fue otra víctima del desgraciado.

Me dueles Iquique, verte debajo de los escombros y la miseria, flotando entre los recuerdos y un vestido azumagado. Las cenizas cubren los granitos de arena, el cielo se tizna de colores grises, las palomas lloran por los angelitos que ladran y necesitan abrigo. Me dueles Iquique porque también se escuchan balas que matan por nada a santos inocentes. Me dueles porque tengo miedo de nadar con la nueva ola del victimario. Iquique glorioso te has puesto peligroso, las fronteras son invisibles para la gente buena.

Manos raídas del trabajador, emergen como una oración, alzando una plegaria que se eleve con la chusca del creador. La China y el Lolo serán los patronos de esta nueva calamidad que ensombrece este oscuro despertar.

Iquique no quiero que me duelas más, cantemos mejor la Reina del Tamarugal. La contienda es desigual, pero ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Iquiqueños arriba la frente, nuestros orígenes son de resistencia y sacrificio que cruza toda la Pampa del Tamarugal. Las banderas negras del dolor no quebrantaran la salida del nuevo sol, el mismo que acompañó a los miles de pampinos en 1907 exigiendo justicia para sus familias.

¡Levántate Iquique glorioso! A ti declamo mi canto y la fuerza que necesito a diario, esa que cala los huesos por los vientos del altiplano, que quema la piel con hondas fisuras, esa que no se entiende, se vive, sólo se siente en medio de otro infortunio.

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