Por GONZALO VALLEJO LEGARRETA
Como institución humana la iglesia católica ha estado salpicada por hechos realmente inhumanos que han y siguen atentando contra lo más importante que tiene el Hombre como sujeto esencialmente valórico y pensante: su dignidad. Las atrocidades cometidas en nombre de un ser superior no existente, en nombre de ideas o concepciones perversas que han atropellado sistemáticamente los Derechos Humanos sólo por afanes meramente dogmáticos y destructivos han llevado a esta corporación a acciones inmorales y ataráxicas. Los consagrados y sus acólitos, obviamente hay excepciones, están moralmente enfermos y son, sin duda alguna, quienes han destruido con despotismo la dignidad de aquellos ingenuos que buenamente, ya sea por ignorancia o tradición, han caído en el oscurantismo católico. A través del tiempo las contradicciones han sido parte de su equivocada institucionalidad más que todo en el estrato moral y en el campo de la ética. Hablan de vida, eterna o temporal, y practican la muerte real o simbólica. Hablan de castidad y practican un sexo perverso y oculto. Hablan de verdad y la mentira florece en sus distorsionadas mentes como lágrimas filudas. Hablan de pobreza y generan riqueza. Hablan de respeto por la humanidad y la desprecian de manera flagrante. Hablan de autenticidad moral y ejercen una inmoralidad cerril. Hablan de sinceridad espiritual y la hipocresía es parte de su mentalidad disoluta. Hablan de abstención política y han participado directamente en oprobiosas dictaduras. Hablan de misericordia y practican la impiedad.
[quote]La visita de Jorge Bergoglio a Chile fue una visita hipócrita. Su apoyo a Barros, obispo de Osorno, fue un acto de complicidad ineluctable. [/quote]
Ergo, deberemos comprender que un país se desarrollará con equidad, justicia y cultura absteniéndose de prácticas religiosas inconducentes e intensamente inhumanas. Sólo con una mente estructuralmente lógica, axiológica y libre de prejuicios dogmáticos, un país podrá ver realizados sus más elevados anhelos de humanidad.
La visita de Jorge Bergoglio a Chile fue una visita hipócrita. Su apoyo a Barros, obispo de Osorno, fue un acto de complicidad ineluctable. Su discurso fue no trascendente, impreciso y ambiguo, ignorando los claros delitos de abusos sexuales que han cometido muchos miembros de la ya decaída y débil iglesia católica. Nada rescatable en su visita a nuestro país. Meras palabras y nada de solución. Cinismo absoluto. Ofendió al pueblo chileno con su estulticia obsecuente. Ofendió la inteligencia de aquellos que han sufrido torturas físicas y morales de parte de estos clérigos petimetres. Ofendió a los pobres quienes entienden perfectamente que la solidaridad ética y el respeto sólo se ejercen con dignidad y esperanza.