Nuevamente, el pueblo esta sufriendo las secuelas de las lluvias torrenciales provocada por los frentes de mal tiempo en las regiones del centro y sur del país. Para quienes vivimos en el Norte chileno, estos frentes de mal tiempo no son comunes y cuando se producen, normalmente, son consecuencias del crudo invierno de nuestro Altiplano cordillerano.
Estamos claros que hay situaciones que no podremos controlar por la intensidad de estas lluvias, que provocan secuelas de toda índole. Especialmente en desbordes de ríos, corte de electricidad, destrucción de villorrios en zonas rurales. Estas abundantes precipitaciones, traen desastres enormes. Se viven intensas horas de sobrevivencias, se trastorna la vida normal, familiar y económica de la comunidad.
Los meteorólogos indican que el actual fenómeno de mal tiempo es conocido como “isoterma cero”. Es un concepto fundamental que permite comprender y predecir la formación de precipitaciones. “Acorde a la información entregada por la DMC (Dirección Meteorológica de Chile), la isoterma cero juega un papel crucial en el análisis de las lluvias, ya que su posición vertical determina si la precipitación caerá en forma de lluvia o de nieve” La Tercera.
Alejándonos de tal definición de meteorología, vemos con preocupación que cuando hay lluvias frecuentes, siempre ocurre que las vías de evacuación de los torrentes de aguas están “tapados”, sea de Santiago y del Sur de Chile. Tenemos calles inundadas, canales tapiados de escombros y el río Mapocho en varias zonas al límite de su desborde, por las mismas causas de siempre.
No es posible que todos los años estemos viviendo los mismos tristes espectáculos de un país del tercer mundo. Sí estamos viviendo cada año los mismos problemas de hace cien años, entonces, quiere decir que Chile esta jodido.
Los Gobiernos de turno, se limitan a reaccionar ante las lluvias y otras funestas calamidades del mal tiempo. Sobre todo cuando tenemos pleno conocimiento del cambio climático.
No sé si mi Gobierno cae en lo misma burocracia. Soy libre, sobreviviente del horror de la dictadura, soy como un ave que escapó de su prisión, me recuerda la canción de mi ídolo juvenil Nino Bravo.
Un paréntesis. Yo voté por las nuevas generaciones y por el Presidente Boric, pues para mí, encarnaba esos nobles e idóneos ideales; ciertamente representaba una generación de una sabia nueva en la política. De gente progresista, no contaminada con las viejas prácticas de los negocios con el poder político. Pero con el paso del tiempo vemos que estos ideales varios de sus colaboradores y socios políticos, parecen haberse mimetizados con la avaricia del dinero, defraudando al Mandatario y a su Gobierno.
Un viejo refrán, dice que “para hablar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado con las espinas”. Para ser sinceros, hemos hablado y criticado permanentemente a la Derecha por graves problemas de corrupción. Hoy tenemos que sufrir un duro puñetazo en plena mandíbula (hocico), por el caso de la diputada Catalina Pérez y su vinculación con la Fundación Democracia Viva (Revolución Democrática).
Inaceptable. Triste y duro golpe a lo queda de la izquierda democrática y romántica. Nada nos diferencia de quienes propiciaron el capitalismo totalitario. Los años transcurridos parecen en vano y nada tiene sentido común. La sangre derramada y la lucha desplegada por la recuperación de la democracia, para quienes, están hoy en el poder es mera cultura del exiguo marxismo.
Una cosa es no tener experiencia de gobernanza y otra muy distinta continuar por el mismo camino que nos llevó al “estallido social”. Tener personas que conozcan el poder, del manejo político del Estado y, otra cosa muy distinta, quienes continúan gobernando como si estuvieran en el ejercicio de un gobierno de derecha y/o seudo izquierdista. Absurdo intolerable.
Mientras el presidente Gabriel Boric, en su última Cuenta Pública al país, realiza una férrea defensa en contra del “negacionismo”, aquí en nuestra ciudad de Iquique, la principal empresa comercial del Estado, niega la historia con una publicidad contratada (24.06.23. Estrella).
Borran de un plumazo los verdaderos orígenes de su existencia. La cual, se debe al gobierno, de acuerdo a los documentos histográficos, al presidente de la DC., Eduardo Frei Montalva y al presidente socialista mártir, Salvador Allende Gossens. Documentos refrendados por connotados escritores y autoridades locales. Pero, las cosas son como son. Aquí, los gobiernos de la ex Concertación, incluyendo la Derecha, hasta el día de hoy, nadie de aquel período asume la verdad histórica de Zofri. Pues, los desafío y emplazó a un debate público para que defiendan lo indefendible “su negacionismo”. Pseudos políticos, que me producen lágrimas eternas de dolor.
La Educación Popular, como en la docencia empírica universitaria, me indican que el primer presidente de la Junta de Administración de Zofri, a comienzos del año 1973, fue don Jorge Soria Varas (padre del ex Alcalde, hoy senador, Jorge Soria Quiroga). Para mayores antecedentes, se puede recurrir al libro “Zofri, dialogo de sordos”, lanzado recientemente en el Hotel Hilton con más de 100 asistentes, del autor Jaime Olivares P.
Pero, la cosas presentes son más urgentes y ocupan la razón de mi columna. La corrupción. Hay medios de comunicación que evaden entrar a fondo en esta materia. Aquí, no se trata de ser campeones de la crítica y ponerse con una artillería de juicios con superioridad moral. Disparando de chincol a ajote contra ciertas autoridades, en forma permanente y odiosa. Sin justificar, la corrupción es una materia que viene de tiempos coloniales y toma varios caminos. La dinámica propia de la realidad sostiene, sin distorsiones ideológicas: los casos políticos y de grandes empresarios que violan las leyes de nuestra sociedad como si fueran seres intocables.
En este aspecto, merecen mi atención, estrictamente aquellos que han existido condenas definitivas. Hay fallos judiciales condenatorios, que caen en lo ridículo de la opinión pública. Pero hemos tenido casos de fallos por delitos económicos, en contra de nuestra sociedad y del Estado, algunos de éstos rayan en el escándalo, amparados en nuestra propia legislación civil y penal, pero que reciben la más severa condena social.
El propio término “corrupción” en nuestro país, tiene matices y definiciones, que constituyen materias de análisis. Es cuestión de leer a Tamara Agnic y a Susana Sierra, en el libro “Corrupción a la Carta” para darse cuenta de su envergadura pública y privada, a lo largo de nuestra historia.
Hay quienes desempeñando funciones administrativas y oficiales se ofenden, se sienten agredidos cuando se les pide transparencia pública en sus actos. Toman represalias. Otros profesionales, más conocedores del derecho civil y de las leyes que los rigen, amparados en el poder que ostentan, de igual forma no son capaces de enviar señales de auténtica transparencia.
Entonces, cuando la memoria nos falla y/o traiciona, estamos jodidos. Me parece, gracias a Dios, estar todavía con cierto grado de cordura…