AV
La reciente controversia por la publicidad de Falabella, que incluyó a una modelo afrodescendiente, dejó en evidencia algo que muchos prefieren ignorar: el racismo sigue vivo en Chile. Lo curioso es que cuando la misma tienda usó a Valeria Mazza, ícono de la belleza europea, nadie cuestionó si representaba a la mujer chilena.
Pero, ¿por qué tanto ruido por una modelo afrodescendiente? La respuesta está en la historia.
Los afrodescendientes en Chile: una historia de invisibilización

Aunque muchos creen que Chile no tiene población afrodescendiente, la realidad es otra. Desde la época colonial, hubo presencia africana en el país, especialmente en el norte, donde llegaron esclavizados traídos por los españoles. En Arica y Parinacota, por ejemplo, comunidades afrodescendientes han mantenido sus tradiciones por siglos.
Sin embargo, su reconocimiento ha sido tardío. Recién en 2019, con la Ley 21.151, el Estado chileno reconoció oficialmente al pueblo tribal afrodescendiente, permitiendo su inclusión en el censo y promoviendo su cultura.
El racismo en Chile: ¿por qué nos incomoda la diversidad?
La reacción contra la publicidad de Falabella no es un caso aislado. En redes sociales, los comentarios xenófobos dejaron claro que muchos aún ven la negritud como algo ajeno a Chile.
Este episodio demuestra que el país sigue atrapado en una visión eurocentrista de la identidad nacional. Se valora lo blanco como símbolo de prestigio, mientras que lo afrodescendiente y lo indígena se asocia con lo marginal.
Pero la realidad es que Chile es mestizo, diverso y con una historia que no se puede borrar. La presencia afrodescendiente es parte de nuestra identidad, aunque algunos prefieran mirar para otro lado.
Tal vez esta polémica sirva para algo más que una discusión en redes: para reconocer que Chile es mucho más que un solo rostro.