GLADYS ARENAS ARANCIBIA*
La celebración del Día de la Secretaria (3 de diciembre), hace precisa la ocasión para reflexionar y hacer una revisión crítica sobre la evolución de este rol. Al revisar la historia, es posible constatar que quienes ejercieron esta función en sus inicios fueron hombres; claro, porque las mujeres estaban relegadas a las funciones de la casa. Sin embargo los cambios sociales que permitieron la introducción de las mujeres al campo laboral generaron una redistribución del género en un limitado número de oficios, entre los cuales se encontraba el secretariado.
Así, el secretariado pasó a ser una labor ideal para el desempeño profesional femenino, ya que su rol sólo requería obediencia, buena presencia y ejecución de tareas simples, todos éstos, requisitos a los que ya estaban familiarizadas las mujeres de la época, las que eran educadas bajo la estructura incuestionable de que “el hombre manda y la mujer obedece”.
Si bien actualmente persiste la tendencia de asignarles este cargo a las mujeres, las exigencias y demandas para su buen desempeño, superan con creces lo que fue originalmente esta función, en la que actualmente se le demanda una práctica integrada de conocimientos, habilidades y actitudes que integran todas las áreas del ser humano.
Las competencias indispensables para desarrollar esta función son tan múltiples como exigentes, y un buen desempeño requiere actualmente conocimientos en el área de administración, contabilidad, finanzas, marketing empresarial, todos estos, en un contexto de dominio avanzado de las nuevas tecnologías. A su vez, la naturaleza de esta función, hace indispensable el desarrollo de habilidades sociopersonales, como la capacidad de comunicación efectiva, el manejo de situaciones críticas o la asertividad en la toma de decisiones y de principios valóricos como la ética, responsabilidad y honestidad.
En el marco de esta reflexión, queda en evidencia la gran brecha que existe entre las expectativas y demandas que exige este rol y la formación que reciben quienes la desempeñarán, dejando de manifiesto la necesidad de profesionalizar el rol de las secretarias, desafío que implica no sólo formar competencias y habilidades técnicas o personales, sino también, dar un paso en la igualdad de género que permitan verla como una función que pueden desempeñar tanto mujeres como hombres.
*Gladys Arenas Arancibia
Secretaría
Universidad Santo Tomás, sede Iquique.