Por GONZALO VALLEJO
Hoy simplemente se me ocurrió escribir algo sobre algunos escritores de lengua castellana, alguito como dicen en México, de escritores famosos o de grandes escritores o de escritores extraordinariamente humanos y solidarios, escritores quienes fueron considerados quizás los más grandes escritores de nuestra lengua madre y quienes abrieron sus brazos a la muerte como parte de su creatividad, luchando por la libertad irrestricta del razonar, escritores quienes maximizaron el verbo para alcanzar la vanguardia de un lenguaje inconmensurablemente bello e idealizando el magnificat del cervantismo poniendo a nuestro idioma en la cúspide del lenguaje universal.
Bolaño, Lihn, Cortázar, Couve, Alberti, tantos más, Pizarnik, Varela, muchas más, viajaron con su lírica y su prosa hasta los confines de lo misterioso para captar el sonido de los secretos silentes. Hoy, ahora, siento nostalgia porque nunca más crearán una escritura perfecta. Aportaron con ella a la lucha por la reivindicación del hombre humillado, realizando un trabajo esforzado por alcanzar repuestas a preguntas ecuménicas. Adquirieron el señorío verbal, buscando su verdad en la conciencia del Hombre consigo mismo, elevándose, todos, todas, al imperio transparente de la palabra.
Bolaño fue un innovador, Couve fue un genio, Cortázar fue un inventor verbal, Lihn fue un ser lírico per se, Alberti fue un proletario de la poesía, Pizarnik fue una alma críptica y amorosa, Varela, una feminista consumada, todos, todas, ejemplos para el Hombre de este siglo XXI, quien por factores diversos se está convirtiendo en un ente ignorante e inerte en el aspecto intelectual, desfasado en el tiempo real y amoral por la falta de elementos culturales.
Este ser tecnológico ya es un ser simple, primitivo y elemental y que ni siquiera se ha dado cuenta de esta parafernalia negativa. Los fantasmas de cada uno de ellos se estremecen ante la incultura, la pusilanimidad, el tolerantismo, la pasividad, la competencia malsana, la soberbia, la vanidad y más que todo la mediocridad que reina en esta sociedad tan relativa. Los fantasmas observan la no creación por la inhumanidad existente y persistente. La danza de la incertidumbre impide el real progreso social y la revolución digital nos está llevando, posiblemente, al ocaso final de la humanidad.
Todos, cada uno de ellos y ellas, fueron portavoces de sólidos valores literarios, practicando la sencillez cotidiana con nupciales sueños. A través de una realidad casi temblante quisieron recuperar, con su poesía o prosa, la generosidad misteriosa de la mente humana. Los fantasmas siempre viven en el mundo mágico de la literatura y dicen que siempre se aparecen el día menos esperado…