PROF. HAROLDO QUINTEROS
El caso del Frente Amplio (FA) frente a la coyuntura actual se ha dado muchas veces en la historia, tanto de Chile como internacional. Es como tener dos adversarios delante, pero un sólo dardo en la mano; por lo tanto, lo responsable es distinguir cuál es el mayor. Lo básico e irrenunciable es que el FA debe ser oposición al gobierno que viene, gane quien gane el balotaje el 17 de noviembre.
Primero, obviamente, oposición a Piñera, y a fondo, porque como él mismo ya lo ha anunciado -y muy explícitamente- va a profundizar el sistema neo-liberal vigente en todas sus expresiones y variantes sectoriales fundamentales. Segundo, también oposición a Nueva Mayoría (NM), porque en lo básico NM ha seguido asumiendo el sistema, aunque debe reconocerse que también lo ha socavado super-estructuralmente, como en Educación y ciertos derechos civiles, como el electoral, que permitió al FA llegar al Parlamento con 20 diputados y no con 8; también ha habido algunas mejoras en la leyes laborales aunque aún sean muy insuficientes.
[quote]Lo importante, es que el FA debe mantener su identidad, la del cambio del sistema, que fue lo que le permitió crecer tan vertiginosamente; es decir, el apoyo formal del FA a Guillier no debe ser incondicional.[/quote]
Es decir, FA tiene más posibilidades de influir en el recambio del sistema con Guillier que con Piñera; así que no tiene racionalidad política sostener que NM y la derecha sean exactamente lo mismo. Para empezar, con el gobierno de Guillier hay posibilidades de diálogo político, por la presencia en él de sectores que obvia y objetivamente no son de derecha.
Esto del diálogo, además, se inscribe en la línea tomada y asumida por el FA, porque, en efecto, ¿qué razón tenía el FA de querer llegar al Parlamento, como sucedió con todo éxito? FA ha abierto una etapa en la política chilena, que hoy sólo está en el comienzo, y la ha abierto a través de la vía electoral, simplemente porque no hay otra.
Lo importante, es que el FA debe mantener su identidad, la del cambio del sistema, que fue lo que le permitió crecer tan vertiginosamente; es decir, el apoyo formal del FA a Guillier no debe ser incondicional. Hoy, más que nunca, FA tiene la posibilidad de avanzar exigiendo para este apoyo el cumplimiento de sus bases programáticas, aunque no sea en un 100%; exigirlo todo es una visión infantil y fuera de toda consideración de la realidad.
Por ejemplo, con respecto a las AFP, la lucha popular deberá continuar, pero tiene más posibilidades de éxito con NM que con la derecha. En suma, si el FA llama a la abstención sólo lo llevará al aislacionismo y al desprestigio ante la mayoría del país, que no apoya a la derecha ni al sistema, cuestión que se agravaría en contra del FA si gana Piñera. Lo peor es que, de hecho, llamar a la abstención sería sumarse de manera absoluta y total a la estrategia global (es decir, nacional e internacional) de la derecha que en los últimos tiempos tiende a radicalizarse, sobre todo por razones internacionales.