Durante la última década cada 21 de junio es costumbre de celebrar Machaq Mara o “Willka Kuti» (retorno del Sol), como una festividad milenaria que recordó los 5531 del año solar andino, sin embargo, esta ceremonia fue impulsada en Bolivia por el naturista aymara Rufino Phaxsi, en 1979, con el objetivo en el restaurar en la memoria de su pueblo rituales milenarios cada solsticio de invierno.
Si bien la festividad que se celebra en Perú, Chile y Argentina como parte de una costumbre, en Bolivia origina a nivel académico controversias, tras la tesis de la socióloga boliviana Elizabeth Andia que aborda el tema de año nuevo andino, según rescata un reportaje del diario La Razón en agosto del 2012.
“El Año Nuevo Aymara fue “inventado” bajo la iniciativa personal del naturista aymara Rufino Phaxsi, comunario de Wanqullu, en 1979, en un contexto de resurgimiento étnico katarista-indianista que centraba su lucha en la revalorización de la cultura aymara. A partir de entonces, al anochecer de cada 20 de junio, en la casa de Phaxsi se reunía una intelectualidad indígena mayormente urbana, y algunos yatiris de otros lugares, para velar toda la noche e iniciar antes del alba una caminata de cinco kilómetros hasta las ruinas de la antigua ciudad/santuario, donde se oficiaba una waxt’a esperando la salida del sol”, dice parte del reportaje del diario de La Paz.
La ceremonia tomó fuerza el 2005, cuando el entonces presidente Carlos Mesa promulgó una ley para declarar al Año Nuevo Aymara como Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural de Bolivia. Años después el Gobierno de Evo Morales decretó que cada 21 de junio sea festivo nacional y después le cambió el nombre a Año Nuevo Andino.
En resumen, la ceremonia se expandió por los poblados andinos de América del Sur con el recuerdo de los 500 años de la llegada de Colón al continente, donde las costumbres indígenas fueron proscritas durante siglos.