En el fascinante mundo de la política, donde las palabras vuelan más rápido que las promesas, encontramos a nuestro protagonista de estos días, el diputado desaforado y exrepublicano Mauricio Ojeda. Un hombre que, al parecer, tiene más giros que una montaña rusa.
GASTOS
Primero, Mauricio Ojeda se presentó como el defensor de la austeridad, prometiendo reducir gastos innecesarios. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que se le viera disfrutando de un lujoso banquete en un restaurante de cinco estrellas. ¡Austeridad, pero con estilo!
GIRO
Luego, en un giro inesperado, Ojeda se convirtió en el paladín de la transparencia, exigiendo que todos los políticos revelaran sus ingresos. Pero, oh sorpresa, cuando llegó el momento de mostrar sus propias cuentas, se le olvidó convenientemente mencionar algunos «pequeños» detalles. Transparencia selectiva, podríamos decir.
CIUDADANÍA
Ojeda, que hoy cumple prisión preventiva por casos de fraude al fisco reiterado, cohecho, soborno y lavado de activos, no siempre fue tan reservado. A fines de junio del año 2023, cacareaba contra la corrupción en el caso de “Democracia Viva” y proponía hasta quitar la ciudadanía chilena a los políticos que estuvieran involucrados en casos de platas mal habidas, por decir algo decente.
PUNTO DE PRENSA
“Es por esto que vamos a presentar esta reforma constitucional para que aquellos que estén envueltos en delitos de corrupción, no solamente no puedan nunca más trabajar en un servicio público, sino que pierdan su condición de ciudadano, vale decir, que no puedan votar, ni tampoco optar a un cargo de elección popular”, explicaba en un punto de prensa en el parlamento, rodeado de diputados republicanos.
CELULAR
Durante la investigación del Caso Convenios, Ojeda entregó su celular destrozado a la Fiscalía, afirmando que su hijo de tres años lo había destruido. Sin embargo, los investigadores sospecharon que el daño parecía mayor que el causado por un niño.
En resumen, Mauricio Ojeda nos recuerda que en la política, como en la vida, las palabras pueden ser tan resbaladizas como un pez. Y como dice el viejo refrán, «por la boca muere el pez».
Atentamente,

El Monje Pate Cuete