PERICOTE
Mi amigo “Nacho” del Democrático, siempre recuerda sus tiempos de niñez y adolescentes cuando llegaba al estadio “municipal” con toda la familia, tempranito, es decir varias horas antes del partido. “Allí almorzábamos y los viejos se tomaban sus cervezas sin ningún problema”.
En esos años el bombo, las banderas eran parte de la escenografía de los partidos que disputaban los “Dragones” con rivales, que más que enemigos deportivos, eran mirados como contrincantes “vencibles”.
Nacho como miles de iquiqueños recuerdan esos años con melancolía, mientras el viejo estadio “municipal”, rebautizado por las nuevas generaciones como “Cavancha”, sigue firme como un patrimonio de grandes epopeyas del fútbol.
Desde 1933, año de su inauguración, hasta el último partido jugado por Deportes Iquique, donde perdió frente a Osorno, pasaron 60 años de triunfos y derrotas, en un recinto que Iquique merece rescatar para la comunidad.