Y.O.
Tras un largo tiempo fuera de la arena política, el senador Rossi reaparece el viernes 11 en la prensa por medio de una entrevista dada a la revista Qué Pasa en su edición 2331. El texto que aborda el problemático cuadro en el que se encuentra el senador por Tarapacá ante la revelación de la dependencia económica que tiene con SQM, viene a publicarse a una semana que Enrique Correa hiciera lo propio en La Tercera y descartara corrupción en el financiamiento irregular que se ha efectuado en política.
De cierto modo, lo de Rossi sigue el script establecido por la Nueva Mayoría y expresado por Correa para afrontar y rearmar al sector ante la nueva fase del marasmo de los tribunales, todo ello luego del paso dado por Jovino Novoa declarándose culpable para optar a una pena menor vía juicio abreviado, y de la negociación con la UDI por los votos para la elección del nuevo fiscal nacional.
De la entrevista del senador socialista se puede advertir, más allá del a veces lastimero tono que toma Rossi y la constante posición de víctima que se reserva para sí, interesantes afirmaciones que contribuyen a saber qué saldo tiene y proyecciones quiere desarrollar ante lo que fue para él, el “peor año” de su vida.
“Soquimich financió en la región las actividades de la Concertación durante décadas y en esas actividades participaban los intendentes y ministros de la Concertación […] Si vamos a decir, en esta empresa tiene una participación mayor quien fue pinochetista, entonces invito a que veamos qué otros grandes empresarios que financian campañas políticas de la Nueva Mayoría también fueron pinochetistas”, dijo Rossi. A confesión de parte, relevo de pruebas. De las relaciones entre el sector pinochetista de la burguesía y la Concertación, ahora Nueva Mayoría, se desdibuja el clivaje democracia/dictadura que construyó la década del ’90 y que le dio buenos réditos a esta última al plantearse como alternativa al personal gobernante que acompañó a Pinochet.
Ya desechada la fórmula, sea por la distancia que hay del peligro del gorilismo militar, por la experiencia hecha con el programa neoliberal de los gobiernos post militares a la medida de la clase dominante, por escapar a la responsabilidad individual que les cabe a los agentes de la colonización burguesa de la esfera pública y que, además, entregaron impunidad y credenciales democráticas a represores y altos funcionarios de la dictadura militar, etc., es sintomático del vacío progresista la operación naturalizadora que quiere efectuar el senador Rossi sobre la declarada relación que se tuvo con el pinochetismo.
Difícilmente resulte eficaz como sentido hegemónico ‘despinochetizar el pinochetismo’ (y que en el caso de Rossi va acompañado del discurso regionalista, es decir, SQM es una empresa de la región y yo soy iquiqueño y un regionalista -piensa el senador-, ergo, SQM y yo tenemos un común denominador. En palabras de Rossi en la entrevista: “Esta es una empresa de mi región. Uno a quien le pide financiamiento es a empresas de la región”), decimos difícilmente resulte eficaz construir ese sentido hegemónico en tanto Chile se dirija a un fin de ciclo que genere nuevas condiciones para la reconfiguración de las fuerzas políticas y la eventual emergencia de nuevos fenómenos.
De la entrevista del senador socialista se puede advertir, más allá del a veces lastimero tono que toma Rossi y la constante posición de víctima que se reserva para sí,
Sin embargo, esa apuesta ‘naturalizadora’ del establisment nuevomayorista y Rossi no está del todo condenada al fracaso ya que no es menor el que la unidad de la derecha y la Nueva Mayoría, el ‘partido del orden’ como la prensa los ha llamado, siga en pie y todavía se conserve en torno a lo estratégico del proyecto país neoliberal que comparten. La re-oxigenación provisoria1 de la ilusión de una clausura permanente de un nuevo bloque de poder, de nuevos actores como queda claro con la nueva ley de partidos políticos, por ejemplo, es una muestra de que el partido del orden todavía tiene la fuerza para controlar la transición del fin de ciclo político, pero ahora teniendo que justificar lo que no estaba justificado a pesar del dudoso éxito que se augure en su realización.
En el transcurso de la entrevista también se puede advertir debilidades en la posición tomada por el senador. Las lagunas de su argumentación (Ante la pregunta sobre el financiamiento a los concejales de sus filas responde: «mi abogado me ha recomendado que no me pronuncie respecto de ese particular»; las incoherencias en que cae en su intento de ocultar las citas que tuvo con gerentes de Corpesca ante la pregunta del periodista Juan Pablo Salaberry, entre otras) llevan a preguntarse si era el momento adecuado para su reaparición pública. ¿Volverá a tener una figuración mediática sostenida en el tiempo como lo tuvo antes de la crisis o bajará la intensidad hasta desaparecer otra vez? Las autoridades afectadas por los casos de financiamiento político han entrado en un insoportable segundo plano, especialmente para quienes estaban acostumbrados a las luces y el glamour, acercándose a la irrelevancia en la institucionalidad y en la práctica parlamentaria. Rossi no elige las circunstancias de su aparición, pero sí la táctica política para adaptarse a ellas. El tiempo dirá cuál fue y cuán acertada terminó siendo para favorecerlo.
«Mi abogado me ha recomendado que no me pronuncie respecto de ese particular»
A nivel regional la desaparición no hizo desaparecer a Rossi, sino que logró su efecto contrario: lo puso al centro de acusaciones sin poder replicar directamente. Su tiempo de retiro político no fue una tregua, sus adversarios avanzaron posiciones ante débiles resistencias (Soria anunció su intención de llegar al Senado, Gutiérrez hizo un nuevo ‘apriete’ a la camarilla rossista, como ejemplo están las críticas a la intendenta Rojas por su constantes marchas a Santiago por cuestiones personales, y que calaron fuerte en la prensa local, y el involucramiento de Contraloría por el affaire Whatsapp que consiguió el diputado –sin perjuicio que las sanciones que se deriven puedan ser más bien testimoniales-).
Un caudillo ausente no es caudillo. Si bien en la estructura centralista del Chile, el dominio de los señores de los feudos provinciales proviene en no menor medida de la fuerza de la alianza que haga con la capital nacional, el poder para regatear en mejor pie esa alianza tiene correlación con la fuerza que se disponga a nivel local. En el caso del senador Rossi, ésta experimenta un escenario a la defensiva que nunca había atravesado. La imposibilidad de designar a un funcionario adicto a Rossi en la cabeza de la Intendencia de Tarapacá, como fue el caso de Cartes, y con la sospecha de traidores en su círculo de hierro, no hacen viable que un nuevo alejamiento prolongado pueda por si solo traer un mejor panorama para el rossismo. Si la opción que se deduce es la necesidad de audacia del senador, las acciones que tome pueden transformarse en nuevas causas de mayores y peores errores propios del oportunismo aventurero.
Dentro de esta segunda variante la relación con la prensa se hace parte clave. Pero por lo que hemos visto hasta ahora, desde que se abrió crisis de la sospecha de corrupción sobre las platas políticas previa a su ‘desaparición’, Rossi se había vuelto cauto y reactivo, tratando de compensar su falta de figuración política ‘densa’ o tradicional, es decir, participando del debate público y que lo llevó en su oportunidad a sonar como uno de los presidenciables del PS, tratando de compensar con apariciones en la prensa con temas familiares y privados, hablando de su nueva mujer, de su nueva hija y de sus nuevos dolores físicos, ‘humanizándolo’ ante la desgracia.
Pero por lo que hemos visto hasta ahora, desde que se abrió crisis de la sospecha de corrupción sobre las platas políticas previa a su ‘desaparición’, Rossi se había vuelto cauto y reactivo,
Si con la prensa capitalina Rossi omite –leer la entrevista en Qué Pasa-, con la local ha ejercido el veto (ejemplificado en el impasse con el periodista corresponsal de radio Bio Bio acusándolo de comunista); si pide no prejuzgarlo, prejuzga mala fe de parte de sus críticos; quiere dar la imagen de un hombre con temple, pero despliega un rabioso anticomunismo del que la entrevista recoge fácilmente. Ese cinismo del que un senador en crisis vive, está más cerca de convertirse en factor de inestabilidad de su actuación tensionante y más lejos de recomponer un liderazgo que administre su coyuntura a la baja.
La entrevista cierra con un anuncio-advertencia de Rossi: “Lo natural es que yo vuelva a ser candidato a senador por Tarapacá y voy a ser candidato a senador por Tarapacá. Así que un mensaje que quiero enviar a todas las personas que estén mirando el mapa senatorial, particularmente en mi partido, es que tengan la claridad completa de que voy a ser candidato”. Hubiera sido interesante saber si el senador financiaría de nuevo su campaña con los aportes del pinochetismo y con los mismos métodos que hoy se le cuestionan, independiente de la credibilidad que la respuesta del senador tenga para quienes ya se formaron una legítima opinión de esta crisis política.
Si se ciñe a una lógica propia de un partido reducido a las elecciones como el PS, la aritmética de los votos es la única que importaría para el cheque en blanco por ocho años. Considerando que el senador Rossi se apoyó en el enclave autoritario del binominal para continuar en el congreso y depende del pinochetismo para su elección ¿Bastará el dinero de Ponce Lerou y un sistema antidemocrático para ganar esta vez? Tal vez la próxima carrera por un cargo representativo será la más difícil de todas las que haya corrido porque estará en juego más que una aritmética. Si es así, ¿hacia dónde correrá el diezmado senador Rossi y el rossismo?
Llegando aquí sólo se pueden plantear hipótesis. A nivel local se ve que el macartismo que ha desarrollado Rossi contra el PC y todo lo que sea filocomunista, la vocación antipopular de su camarilla (como se encargó de revelar la hostilidad hacia la lucha de los pobladores de Alto Hospicio) y la citada crisis de las platas políticas, dificulten que el senador tenga posibilidad de recomponer su figura desde la izquierda. El peligro de su derechización está latente si es que no ha empezado. Todavía faltan conflictos y pactos que articulen el proceso local que, a su vez, se tensionará con el fin de ciclo político para aventurarse a claras definiciones. No obstante, el que el senador Rossi esté en estado crítico no neutraliza el hecho de que sigue siendo el político más poderoso de Tarapacá y es ese rasgo el que hará más tortuoso el proceso político en Iquique y la región.
El resultado momentáneo que dejó la crisis política a Rossi, y que está lejos de cerrarse por ahora, está en su debilidad traducida en la incapacidad para erigirse en el tradicional ‘César’ regional con que funcionan las provincias y Tarapacá. El 2015 le quitó su condición micro bonapartista a su liderazgo, a la suerte de árbitro que administraba los conflictos de su bloque político dentro de los marcos de su dirección, articulando a sus partidarios en importantes puestos del aparato del Estado. Ese es el problema político real que configura la actual decadencia del rossismo en la región.
No obstante, el que el senador Rossi esté en estado crítico no neutraliza el hecho de que sigue siendo el político más poderoso de Tarapacá
Lo interesante de la situación de Rossi y que repercute inevitablemente en el escenario político local es que Tarapacá puede transformarse en el laboratorio de la descomposición de la Nueva Mayoría, lo que anuncia mayores inestabilidades e incertidumbres para lo que los partidos armadores de la transición estaban acostumbrados, y las posibilidades de la emergencia de una izquierda de trabajadores independientes de los bandos nuevomayoristas conformados en la presente disputa, y que enfrente a la derecha, se plantearán a pesar de su difícil concretización.
La fuerza de Rossi está depositada en la trinchera burocrática, en tener hombres de su círculo en puestos de poder estatal regional. ¿Se vienen reacomodos? Es un escenario no descartable tras el retorno de Rossi y el affaire Whatsapp en lo inmediato. Los funcionarios públicos y sus luchas tendrán mucho que determinar sobre la suerte del rossismo, de su fisonomía y en las perspectivas para lograr una izquierda de trabajadores en Iquique.
Provisoriamente como se puede comprender con el ejercicio reformista que desplegó el gobierno de Bachelet durante los primeros meses de su mandato antes del caso Caval. Esta disposición, que ya acabó por sepultar la misma presidenta y su coalición con el eufemismo de ‘realismo sin renuncia’, se consideró más bien como maniobra preventiva ante las posibilidades de rupturas radicales del modelo neoliberal que históricamente defendió la Concertación y la derecha, y del que se tomó nota el 2011, afirmándose la continuidad de la economía social de mercado más allá de la retórica refundacional que cubrió la campaña electoral de la Nueva Mayoría por su flanco izquierdo.