JCN
El característico sonido realizado a través de una flauta hecha de cañas y ahora de plástico, era el llamado que por el barrio esta el “afilador”, oficio que poco a poco se pierde. En Iquique Glorioso de domingo a viernes Don Guillermo recorre las calles ofreciendo su servicio a quienes deseen afilar sus cuchillos de cocina.
Jefas de hogar, parrilleros y restaurantes son sus clientes, «donde no llueve pero gotea”, según Don Guillermo.
“Llegué a Iquique hace más de treinta años y me quedé. Soy el único que ofrece este servicio a domicilio y creo que conmigo se acaba el oficio, tengo una hija que no está interesada en seguir”, cuenta Guillermo mientras afila un cuchillo de cocina de una vivienda de Lynch con Latorre.
En medio de su labor, aconseja que los mejores cuchillos son los de “cacha de maderas” y los que traen adornos y colores, son solo “adornos”.
Hasta hace unas décadas el “afilador” también “arreglaba” tijeras y en el sur de Chile paraguas.
Guillermo cobra una módica suma y sigue su camino por Lynch hacia el norte, claro soplando su pequeña flauta…