Gonzalo Prieto Navarrete
Sociólogo, Máster en Medio Ambiente.
El próximo 13 de junio se va a realizar la elección más importante para un territorio, para la Región. Un anhelo de años, décadas, de cientos, miles de personas que desde las regiones nos hemos sentido postergadas y tenemos un diagnóstico común: el centralismo es un problema estructural para el desarrollo del país y el mejor bienestar para las personas.
Chile perdió la batalla cultural, constitucional, política y simbólica de la posibilidad de que las decisiones sobre qué hacer se diera desde abajo hacia arriba, y finalmente durante toda nuestra historia hemos sido un país vertical y centralizado. Pero la esperanza por revertir esto nunca murió, la llama jamás se apagó, y hubo hay personas que han logrado mantener vivo este espíritu, pero no solamente eso. Sino que no se descansó en articular y presionar política y culturalmente un proceso descentralizador transformador y profundo en nuestro país.
Para resumir, se logra la elección de consejeras y consejeros regionales como un primer paso para descentralizar la democracia representativa y ahora estamos ad-portas de elegir a nuestro primer gobernador regional de Tarapacá.
Es cierto lo que se ha dicho respecto a que por ahora las y los gobernadores en todo el país tendrán pocas atribuciones y que aquello limita su capacidad de gestión en los compromisos que pueda asumir. Pero también es cierto, quienes sean electos, contarán una tremenda legitimidad para representar, articular, defender y empujar los intereses de las regiones respecto del Estado nacional, y eso, aunque no sea una ley, es una tremenda herramienta para la transformación de las condiciones de vida de las personas de nuestra Región y el resto de las regiones.
Dicho lo anterior, el próximo gobernador no debe decidirse necesariamente por quién tiene el mejor programa. Ya que el programa está supeditado a las atribuciones que muy posiblemente se irán desarrollando en el tiempo. Pero lo realmente importante en mi opinión, es la capacidad de esa nueva autoridad de convertir la legitimidad electoral en una herramienta que profundice la capacidad de que la Región tenga la capacidad de tomar decisiones sobre su desarrollo y su futuro.
Es clave el que el nuevo gobernador pueda tener la capacidad concreta de articularse con las autoridades municipales, los próximos consejeros regionales, el sector público, privado, y lo más importante las y los ciudadanos organizados y no organizado y establecer una gobernanza regional fuerte que hoy no existe, y ese será su gran desafío más allá de las típicas promesas de campaña.
El nuevo proceso constitucional además será clave en diseñar un nuevo modelo de Estado, para hacerlo más descentralizado, con autonomía, que le entregue recursos y atribuciones a las regiones y ciudades. Esa tarea debe ser muy importante y donde el Gobernador debe ser un protagonista, la convención no podrá pasar por encima de las autoridades regionales legítimamente electas.
Si usted está leyendo esto y no tiene decidido su voto, le sugiero pensar en lo que acaba de leer. Porque en está primera etapa de gobernación regional lo más importante será ser la punta de lanza de un proceso descentralizador mayor, que podamos colocar las urgencias de la gente de regiones en el centro de la mesa y dejemos de ser la periferia de las decisiones nacionales.
