Como es tradicional todos los años por estas fechas, 18-19 de septiembre, Chile celebra su Independencia. Hay que destacar el Te Deum. La presencia de todos los credos religiosos en la Catedral Católica de Santiago, además, están presentes todos los Poderes del Estado. Conlleva la liturgia de acción de gracias que renueva la fe y esperanza de un país mucho mejor para todos sus habitantes. Los creyentes y no creyentes, autoridades e invitados especiales, permanecen hermanados por Dios. Asistir a esta ceremonia es todo un privilegio y un honor para muchos o mayoría de sus participantes.
Digo que es un honor para muchos, porque ciertamente, existirán quienes deben asistir por respeto al protocolo y obligación pública. En todo caso, la solemnidad de la ceremonia es digna de los altares mayores de la patria. Nadie olvidará fácilmente los mensajes de paz, justicia y amor cristiano. Asimismo, permanecerán por siempre los coros majestuosos de los cantos religiosos en los corazones de sus fieles. No voy a detenerme en hacer hincapié en la corrupción y en otros temas de interés que fueron abordados, porque son de la contingencia política. No pretendo arrojar más leña al fuego.
En otro contexto, están las Ramadas y Fondas de estas celebridades deciocheras. Las empanadas, la chicha y el pipeño no pueden faltar en estas fiestas de mar a cordillera. Los anticuchos y la cerveza o el vino, son la compañía de quienes gustan pasar una jornada familiar en los centros de actividad comunitaria y comercial. Pero aquí, por favor me quiero detener un momento.
Una cosa es pasarlo bien y otra muy distinta llegar al punto de perder todo sentido responsabilidad personal y familiar. En estas Fiestas Patrias el licor no puede llevarnos al abismo de la muerte. Hasta el momento de escribir esta columna, las autoridades policiales daban cuenta que llevamos 48 muertos. ¿No les parece que estamos perdiendo la batalla por la vida en estas celebridades? Si somos patriotas, entonces, deberíamos comprender que la chilenidad se lleva en la misma esencia de haber nacido en esta larga y angosta faja de tierra.
Todo lo que hacemos y trabajamos tiene que ver con el alba de cada amanecer en estos lares. Con mucha más razón si somos padres de familias y somos buenos amigos de los amigos que queremos. Los accidentes de tránsito hay que prevenirlos. Entonces, sí alguien “tomó”, está más que claro que no puede conducir y punto. De no ser así, quiere decir, que se quedó trancado en el alcohol, con respeto a la misma persona, caería en la imbecilidad más absurda de su naturaleza humana. Hay que conducir sin la influencia del alcohol, drogas y atentos a las condiciones de tránsito. Es más que sabido, los peatones cruzar la calle donde corresponde.
Nadie sobra en Chile. Hay que disfrutar las Fiestas Patrias, pero no para ir a un cementerio. Hay que sacarles el jugo a los bailes nacionales, cuecas y cumbias. Ver flamear nuestra Bandera, izada hasta el concho en un mástil y ver un mar de gente vibrando con un show de primera calidad organizado gratuitamente por la IMI, repasar la historia de nuestra Independencia, el homenaje de las FF.AA y su brillante desfile militar; al compás del latido del corazón compartir nuestras alegrías y nuestras penas; todo ello y mucho más, no podemos convertirlos en baños de lágrimas, en un dolor eterno y en una rueda de sentidas condolencias.
Las tragedias de tránsito podemos evitarlas, salvo aquellas que provienen del inexorable destino. Amigos y amigas, mostremos cultura cívica y estemos a la altura de estas efemérides. En el día de mañana, vendrán otras fechas significativas y conmemorativas, la lección es la misma.
Ninguna ley por dura que sea, va a cambiar los comportamientos y conductas de tránsito, sí nosotros no somos los mismos convencidos que debemos aplicar la rigurosidad que amerita nuestra responsabilidad cívica, personal y familiar ¿Estoy o estamos pidiendo peras al olmo en este país de gente de primera flor en un jardín tan hermoso?
A propósito, para poner un sello más profundo, rescato unos versos sueltos que le dan más sentido a estas celebraciones de Fiestas Patrias: “Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos, como una flor, y nada más. El mismo verso cantaremos, el mismo paso bailarás. Como una espiga ondularemos, como una espiga, y nada más…”. Gabriela Mistral.
Hay cosas que se me quedan en el tintero. Las dejaré a la libre imaginación. A la vuelta de la esquina me espera el Crepusculario del poeta Premio Nobel, Pablo Neruda. También, por estos días se recuerda su asesinato. En mi alma vive, es un orgullo para Chile. Lo conocí en persona cuando tenía 19 años de edad. Muchas gracias.