Cada día hay se conocen demostraciones que los firulais, aunque sean callejeros tiene un reconocimiento como seres sintientes y el respeto se hace patente en varios lugares.
Tal es el caso de un perro que cada noche se isleta en los asientos dispuesto para los clientes del bar Hell, ubicado en el Paseo Baquedano con Orella.
Este firulais llega cada atardecer y no pide “mojitos” ni “chelas”, sino que se acuesta en un cómodo lugar a dormir y descansar.
Los garzon@s respetan ese descanso y cuando este amigo de cuatro patas termina su sueño espera el cierre del local, tipín dos de la mañana, para junto a otros perros de la calle comer a cuenta del local.
Pero no es el único amigo del local, hay otro perro, que denominaremos “Negro” que cada noche aparece por el lugar y su entretención es romper los globos de las mesas preparadas para celebrar cumpleaños.
Un buen ejemplo de cariño por los animales.