Hace unos días se conmemoraron 50 años de uno de los pasajes más trágicos de la historia de la humanidad, y que cambió al país Azteca para siempre. El Sol de Iquique conversó en exclusiva con uno de sus sobrevivientes.
Por Roberto Bustamante desde Ciudad de México.
Carlos Montalbán llega puntualmente a un café de calle República de Uruguay en el Centro Histórico de Ciudad de México. Comenzamos hablando de fútbol y literatura, como tratando de postergar lo ineludible. Pero ahí está la memoria, donde subyace el horror. El inicio de la historia que Carlos nos relatará, quien a sus 72 años tiene rasgos duros que cubre con su buen humor, tiene como génesis una riña entre estudiantes, que fue fuertemente reprimida por el grupo antimotines de la policía capitalina, conocido como Cuerpo de Granaderos, quienes intervinieron para calmar la pelea. El problema es que en vez de apaciguar la pelea, atacó a los jóvenes y a los espectadores de manera brutal. Y esa fue la chispa de todo lo que vino después.
“Tratando de evitar los golpes de la policía, los estudiantes buscaron refugio en las escuelas, pero hasta ese lugar llegaron golpeando sin miramientos a alumnos y profesores que impartían clases. Eso fue el 23 de julio, y por los golpes que recibí me rompieron una costilla” nos aclara. “Después el día 27 del mismo mes, estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se unieron y organizaron una marcha por los abusos de la policía, a la que no pude asistir por razones obvias”.
Aquella marcha derivó en más represión, lo que logró que todas las universidades del país se declararan en toma. “Nosotros como estudiantes nos movilizamos con fuerza, y armamos barricadas y los militares se tomaron la plaza central del Zócalo, frente al Palacio de Gobierno, donde hoy funciona la feria internacional del libro” continúa.
El Ejército ingresó sin autorización a las instalaciones de la UNAM y el IPN, pero no pudo desarticular al movimiento agrupado en el Consejo Nacional de Huelga (CNH), al que se le había sumado el Partido Comunista Mexicano.
El 2 de octubre se convocó a una nueva marcha en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. “Yo y mis compañeros llegamos hasta el lugar pero fuimos rápidamente rodeados por los militares y creímos que lo mejor era cancelar la caminata para evitar más violencia. Estábamos platicando sobre eso y los militares empezaron a dispararnos. Yo me salve de milagro, logré correr como pude y sólo por eso estoy ahora aquí contigo” sentencia.
Ahora que han pasado 50 años todavía no se establece con fidelidad la cantidad de muertos y heridos de ese día, aunque el gobierno de entonces estableció que fueron 26 muertos, 1.043 personas detenidas y 100 heridos. Cuando a Carlos le pido fotografiarlo se niega rotundamente, y me señala que fotografié un monolito que está frente al Zócalo “eso dice mucho más que mi rostro” concluye.