Los devastadores incendios forestales que arrasaron barrios enteros en Los Ángeles han reabierto el debate sobre el uso predominante de la madera como material de construcción en Estados Unidos.
Con chimeneas de ladrillo ennegrecidas y columnas de hormigón como únicos vestigios de cientos de hogares, la vulnerabilidad de las viviendas frente a desastres naturales ha quedado en evidencia.
En Estados Unidos, más del 90% de las viviendas se construyen con madera, una tradición que se remonta a los tiempos coloniales. Este material es preferido por su bajo costo, disponibilidad y facilidad de construcción. Empresas ofrecen kits que permiten levantar casas rápidamente, una solución ideal para un país donde los habitantes cambian de residencia con frecuencia debido a oportunidades laborales.
Sin embargo, los recientes incendios han llevado a expertos y autoridades a cuestionar esta práctica. El Departamento de Bomberos de Los Ángeles señaló que “la alta combustibilidad de las estructuras de madera ha facilitado una expansión sin precedentes del fuego”. Además, su eficacia frente a otros desastres naturales, como sismos, huracanes o tornados, ha sido puesta en duda.
A pesar de esto, la madera sigue siendo una opción atractiva para la mayoría de los estadounidenses, no solo por su bajo precio, sino también por ventajas fiscales, ya que las casas de madera están sujetas a una carga impositiva menor en comparación con las de cemento y ladrillo.
Factores que dificultan el cambio
Aunque los incendios recientes han generado una mayor conciencia sobre los riesgos, cambiar el material predominante en la construcción no es tarea sencilla. La abundancia de madera en Estados Unidos, gracias a sus extensos bosques y montañas, permite mantener los precios bajos y facilita su transporte. Además, su flexibilidad para resistir sismos de baja intensidad es vista como una ventaja en algunas regiones.
En áreas propensas a huracanes y tornados, muchas viviendas cuentan con sótanos de ladrillo que actúan como refugios durante emergencias, lo que refuerza la percepción de seguridad sin necesidad de cambiar la estructura principal de madera.
No obstante, algunos expertos argumentan que el material no es el único responsable de la destrucción causada por los incendios. Según un análisis de El Mundo, el viento extremo con rachas superiores a 100 km/h fue un factor determinante en la propagación rápida de las llamas y la dispersión de brasas hacia nuevas áreas, más allá de la vulnerabilidad de las casas de madera.
El debate está abierto. Mientras algunos abogan por una transición hacia materiales más resistentes como el ladrillo o el hormigón, otros defienden la madera por su sostenibilidad, versatilidad y bajo impacto ambiental en comparación con materiales más pesados.
Lo que está claro es que la creciente frecuencia e intensidad de desastres naturales en Estados Unidos exige un replanteamiento de las normativas de construcción, así como una inversión en tecnología y estrategias de prevención que reduzcan el impacto de estos fenómenos en las comunidades más vulnerables.