EL MARTILLO
Por estos días, caminar por el centro de Iquique dista mucho de ser agradable, ya que de ver vitrinas adornadas con arreglos navideños nos encontramos con un comercio completamente sellado y cerrado con planchas de acero debido al temor de ser saqueado.
Lamentablemente Iquique ha tomado un tono gris metal que distante mucho de lo que era. Ni hablar de la invasión del comercio ilegal.
La gran mayoría de los residentes están de acuerdo con las demandas sociales, pero un grupo de supuestos manifestantes, dieron rienda suelta a sus más bajos instintos, robando, saqueando y destruyendo todo lo que se les atravesaba en su camino, distorsionando las movilizaciones.
En este contexto, esta forma de vivir tapeados (como dice la gente) es la única manera de hacer frente a la ola de quienes solo buscan destrucción.
Esta ciudad no se merece esto, lamentablemente desde que ha llegado el progresismo a Iquique ha cambiado su personalidad y al parecer no para bien.
Quizás es el momento de enviar un gran mensaje de cómo se debe protestar en forma pacífica, creativa y civilizadamente, aislando el lumpen y no destruyendo lo que costó mucho adquirir.