NELSON MONDACA I.
Estamos viviendo con el calentamiento global, los carros navideños al son de la música y con el trineo del viejo pascuero, el comercio adorna sus vitrinas, en las poblaciones se preparan actos navideños, las familias a pesar de sus grandes dificultades económicas y de inseguridad delincuencial, pone en acción su fe en el niño Dios y nadie se sentirá indiferente a esta festividad religiosa de paz y amor.
Incluso me atrevería a sostener que, por lo menos los chilenos, en estos últimos días del Campeonato mundial de fútbol de Qatar, no tendrá la misma trascendencia para nuestro país. Entonces, la celebración de la mayoría de la gente por estos días de diciembre, estará concentrada más en esta nueva Navidad.
Mi preámbulo acerca de Navidad, es para adentrarnos en los acontecimientos de hace 115 ocurridos en la Escuela Santa María. De este modo tener, tal vez, una comprensión mejor, de esta tragedia que sacudió al movimiento de los obreros de la pampa y el salitre en aquella época ocurridos en nuestra ciudad.
Entonces, no sólo se trata de recordar la memoria histórica, hay que mirar estos hechos desde la perspectiva de nuestro presente y futuro. Tampoco de amontonar escritos literarios y evocar sentimientos para construir otra obra profunda de lo que fue la matanza del 21 de diciembre de 1907.
Son sucesos que enlutaron nuestra ciudad y que Iquique no puede pasar por alto. Ha pasado más de un siglo y el salitre fue reemplazado por el sintético. Puede ser aceptado por el avance de la ciencia, pero la esencia de todas sus bondades en el cultivo de la tierra y lo saludable de sus beneficios; no sé sí el abono sintético, cumple rigurosamente con todo el estándar de la biotecnología agropecuaria, en especial, si tenemos presente el cambio climático a nivel mundial. Creo que estos recursos provenientes del salitre, conservan una genética más eficaz y eficiente que su sustituto sintético, materia que está en el campo de la biotecnología. El mejor ejemplo, de mi pensar, lo vemos en la Pampa del Tamarugal.
Sin distraerme, la tragedia del 21 de diciembre, hoy parece sepultada en los archivos de una biblioteca universitaria. No veo y leo, breves comentarios de personajes importantes, por lo mencionar estos acontecimientos sucedidos en Iquique. Por parte de los trabajadores organizaos estoy seguro que se realizarán reuniones, actos y se divulgarán por otros medios lo referido a esta efeméride.
La Cut y otras Centrales de Trabajadores harán lo mismo en diferentes instancias. Algunos sindicatos y autoridades como el Alcalde, a nombre de la I.M.I., como es ya tradicional, dejan ofrendas florales en el Monolito de la Escuela Santa María.
Sixto Rojas Acosta, sobreviviente al crimen colectivo y a un año de la matanza obrera escribió “Porque la sangre vertida es semilla que germina haciendo nacer nuevos luchadores. Y también tengan presente que en todos los tiempos y en todas las edades, donde hubo tiranos, hubo rebeldes.”
Fueron miles de pampinos que atravesaron el desierto, llegaron a nuestra ciudad por ser el centro político de la (en esos tiempos) Provincia. Los catalogaron como bárbaros, incivilizados, paganos y revoltosos. Sin embargo, eran gente humilde, inofensivos, de piel tostada por el sol, de rostros endurecidos por el duro trabajo físico de la extracción y elaboración del nitrato de sodio y otras sales. Pero como siempre, la mayoría de los medios de comunicación de la época estaban al servicio de las autoridades y de los dueños de las compañías salitreras.
Para estos últimos, la muchedumbre obrera, hombres, mujeres y niños, simplemente, eran una manada de animales que irrumpían la paz social de la ciudad. Las injusticias, la falta de libertad y respeto a la dignidad humana, eran parte de la normalidad muy propia de la existencia ciudadana de fines de siglo XIX y de principios del siglo XX.
El poder es el poder. Político y económico habían dispuesto disolver esta gran huelga obrera. Utilizaron la fuerza de las armas para cometer su genocidio. ¿Dónde fueron sepultados? Se nos habla de los cementerios de la ciudad. No hubo un Fiscal, hasta donde yo sé, tampoco informes médicos de las causas de muertes. Las autoridades de turno, militares y de la Intendencia, trataron de minimizar y bajar el perfil al máximo la cantidad de muertes. En tal caso, prestó sus servicios Alfredo Syers Jones. Por las responsabilidades civiles implícitas en esta tragedia corresponden a Carlos Eastman Q. – Julio Guzmán García.
Recuerdo que la Escuela Santa María, era un edificio de buena madera. Aquí desarrollé mis primeros años de estudios, por lo menos hasta cuarto año, hoy básicos. Mientras se construía el nuevo edificio, continuamos los estudios en la Escuela Nº4. Debo hacer mención, que como niños siempre visitamos en la noche la Escuela de la Matanza. Les declaró que, siendo mocosos irreverentes, sentíamos miedo porque nos “penaban” en sus sótanos; voces de dolor y de “aullidos humanos” de agonía moribunda, quedaron grabadas en mi mente. Nunca las olvidaré.
En estos momentos de desgarros y profundo dolor, me detengo, en la soledad de mis pensamientos, viene a la memoria el “Canto a la Pampa”, de Francisco Luis Pezoa, una parte reproduzco:
“Canto a la tierra de maldición, Pampa, la tierra triste,
réproba tierra de maldición, que de verdores jamás se viste,
ni en lo más bello de la estación.
Año tras años por los salares, del desolado Tamarugal,
lentos cruzando van por millares, los tristes parias del capital.
Sudor amargo su sien brotando, llanto a sus ojos, sangre a sus pies,
los infelices van acopiando, montones de oro para el burgués.
Hasta que un día, como un lamento, un acento de rebelión de lo
más hondo del corazón, por las callejas del campamento, vibró
un acento de rebelión.
Eran los ayes, de muchos pechos, de muchas iras era el clamor,
la clarinada de los derechos, del pobre pueblo trabajador.
Vamos al puerto -dijeron-, vamos con un resuelto y noble ademán,
para pedirles a nuestros amos, otro pedazo, no más de pan.
Y en la misérrima caravana, al par que el hombre, marchar se ven,
la amante esposa, la madre anciana, y el inocente niño también.
Benditas víctimas que bajaron, desde la Pampa, llenas de fe,
y a su llegada lo que escucharon voz de metralla tan solo fue.
Baldón eterno para las fieras masacradoras sin compasión,
queden manchadas con sangre obrera como un estigma de maldición.
Pido venganza por el valiente, que la metralla pulverizó,
pido venganza por el doliente, huérfano y triste que allí quedó.
Pido venganza por lo que vino, de los obreros el pecho a abrir;
pido venganza por el pampino, que allá en Iquique supo morir…”
En mi andar sindical, relacionado con los políticos de nuestra comuna, destacó la memoria del “gallo que canta claro” don Juan Garcés Perlic. Concejal de la I.M.I., empeñado en recuperar la historia del ex Cementerio Nº2; al respecto de los sepultados de la matanza de la Escuela Santa María, un sincero homenaje a su nombre y a todos quienes, concurren todos los años hasta el humilde Monolito para rendir sus respetos a los caídos en esta tragedia.
Sinceramente, en esta Navidad sean muy felices y un próspero año nuevo.