Las Fuerzas Armadas israelíes han iniciado una ofensiva militar terrestre «selectiva y delimitada» en el sur del territorio libanés después de una intensa campaña de bombardeos contra el partido-milicia chií Hezbolá, todo ello a pesar de los llamamientos internacionales, incluido Estados Unidos, para que evitase una invasión del país.
La última vez que Israel entró en Líbano fue en 2006 después de que Hezbolá matara a un grupo de soldados y secuestrase a otros dos. Treinta y cuatro días, por mediación de la ONU se logró un acuerdo de paz para que finalizasen los ataques y se liberara a los soldados. No ocurrió ni lo uno ni lo otro. Los lanzamientos de misiles y cohetes han continuado y Hezbolá entregó a los militares ya fallecidos y dos años después.
Ante la inminencia de la incursión el ejército libanés se retiraba ya ayer tarde de la frontera y se adentraba cinco kilómetros en su propio territorio. Mientras que el israelí realizaba incursiones exprés para preparar el terreno. El número dos de Hezbolá Naim Qasem insiste en que están preparados para defenderse. Y otros dirigentes de la organización insisten en que Irán está de su lado.
Irán ya ha comenzado el ataque contra territorio israelí. Ha lanzado al menos 100 misiles balísticos, lo que ha hecho sonar todas las alarmas en el país. Además, ya están avisando de que es probable que llegue una segunda oleada de misiles procedentes desde Irán.
Países como Estados Unidos y Reino Unido han pedido el alto el fuego inmediato en busca de una solución política negociada con la intermediación de la ONU. Francia, socio tradicional del Líbano, ya ha advertido a Israel que su apoyo al ejército de este país va a continuar. Conviene una vez más diferenciar entre Hezbolá y el ejército de Líbano.
Los ministros de exteriores de la Unión Europea mantuvieron ayer una reunión con el responsable de la diplomacia comunitaria Josep Borrell de la que salió ese mismo mensaje. Que esta invasión agravará la crisis en Oriente Próximo. Aunque tampoco ceja en su empeño de que las partes respeten la resolución de la ONU -no lo han hecho nunca- y apuesten por una solución diplomática.