junio 13, 2025
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Oct

La casa propia | @plumaiquiqueña

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El sueño de todo chileno es tener la casa propia. Hoy en día es muy difícil debido a los sueldos que ganamos y a los altos precios de las propiedades. La inflación está en su nivel más alto desde 2015, la UF superó los 30 mil pesos y el golpe final lo dio el Banco Central al anunciar su mayor alza en las tasas de interés en 20 años.

Todo esto implica, en síntesis, que el costo de endeudarse en Chile será mucho más alto.  Aplica tanto para créditos de consumo, como para créditos hipotecarios. Se suma además el tema sanitario y su impacto en los ingresos de las familias, durante el año pasado la demanda por viviendas se contrajo fuertemente, lo que hizo que se detuviera e incluso disminuyera el aumento de los precios de las viviendas.

Sin embargo, ahora que contamos con ninguna comuna en cuarentena, Chile comenzó a moverse. Otro factor incidente es la escasez de suelo, sobre todo el suelo baldío. Iquique no es la excepción, hace décadas que dejó de ser el puerto pequeño de los techos planos, donde desde cualquier barrio podía vislumbrarse el Cerro Dragón en toda su extensión. El aeropuerto estaba al frente de la playa Cavancha y los que transitábamos por las calles de tierra y de madera éramos puros iquiqueños conocidos.

Realidad manifiesta que refleja el sueño de la casa propia para muchos, para mis padres y mis adorados abuelitos.  Ellos compraron un departamento en la Remodelación El Morro el año 1968, plena semana santa con los sabores de un enjundioso caldillo, un sándwich de albacora y un ceviche adobado con limón de Pica. La casa nueva estaba ubicada en el block A-2, depto. 104, frente al mar y las rocas, lugar por centurias de camanchangos navegando en balsas de cuero lobo, buscando el vital sustento para el trueque y la supervivencia en tierras tarapaqueñas.

La historia se entrelaza con el nuevo barrio, claro está, porque El Morro es el barrio más antiguo de la ciudad, cuyo contexto pertenece a un pasado peruano y salitrero. Mi abuelita Gladys, conocida como la rubia de Iris, cambia la pampa por el mar, la chusca por la bruma salina, el indómito sol por la luna plateada, el concierto de grillos por el canto de lobos, la casita de calamina por bloques de concreto armado. Era la década de los sesenta, una ciudad descentralizada de las comunicaciones y el crecimiento económico.

iquique surLas pesqueras aún no contaminaban las playas y el aire de los iquiqueños. Los autos eran meros visitantes, los niños los verdaderos protagonistas. El Iquique que veo ahora está tan distante del barrio de mis abuelitos. Desde que se construyó el Atalaya en 1990, la construcción no ha mermado.

Elefantes y más elefantes invadieron la ciudad puerto, los silencios de la siesta entre las dos y las cuatro fueron reemplazados por los ruidos de miles de vehículos. Por las calles de pino Oregón siento desazón por la invasión de estos edificios. En calle Gorostiaga están construyendo un mega elefante, que sin lugar a duda pondrá en peligro el apacible paseo familiar. El sueño de la casa propia se esfuma en una ciudad cosmopolita, cuyo crecimiento es vertical, porque no hay espacios para construir en plano. Otrora ciudad de los techos planos dónde caminaba libre con mi hermano, hoy te pareces a un sueño que tuve en una noche de verano.

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